Durante los primeros días, tuve que soportar declaraciones panfletarias que afirmaban que no se había producido ilegalidad alguna, que todo fue espontáneo, que no hubo rebelión porque habían merendado o que las familias se encontraban por la calle y se auto-organizaban, eso sí, de manera no-violenta, a la catalana, según Tardá. En paralelo al dislate propagandístico, las defensas intentaban buscar pretextos para llegar a Estrasburgo y para construir el cuento de caperucita indepe acosada por el lobo español. La farsa empezó a desmoronarse muy pronto. Poco a poco, fuimos viendo que hubo violencia y mucha en unos golpistas que arrojaban Fairy al suelo para que cayeran los agentes del orden y así poder patearlos mejor. O nos enteramos de las docenas de policías agredidos por los no-violentos a la catalana. Alguno de los jefes pacifistas se subió incluso sobre uno de los vehículos de la Guardia civil destrozados por los seguidores del golpe. Que, por cierto, estaban magníficamente organizados y disponían de fondos procedentes del gobierno catalán. Sí, Montoro casi los exculpó en su deplorable intervención, pero si algo ha quedado claro es que además de la organización y la violencia, hubo una utilización del dinero que la Agencia tributaria les saca a los contribuyentes de los bolsillos que sólo puede calificarse como malversación. Y sobre este conjunto de circunstancias más que suficientes para enviar en prisión a todos y cada uno de los acusados se fue perfilando otra realidad, la de que siempre supieron que se estaban rebelando frontalmente contra la legalidad. Lo sabían porque se lo dijeron no sólo el poder ejecutivo y el poder judicial sino la propia gente de la Generalidad ya fueran funcionarios o incluso el mayor de los Mozos de escuadra. Hubo hasta algún nacionalista que, viéndoselas venir, dimitió del gobierno para evitar que le cayera encima el peso de la ley. Resumiendo: sabían que estaban dando un golpe de estado, sabían que estaban rebelándose contra las múltiples advertencias, sabían que habría violencia y vaya si la hubo y, a sabiendas, organizaron todo y lo pagaron con dinero público. Verdaderamente, lo llevan crudo.