En su día, estos economistas dejaron de manifiesto, por ejemplo, que las cuentas que Montoro mandaba a Bruselas eran más falsas que un euro de madera. Se trataba de una realidad que la Unión Europea sabía de sobra y que provocó la creación de la AIREF, establecida para saber la verdad más allá de los números que presentaba Montoro cada año. Si un día se abren archivos por orden judicial lo que aparecerá en el historial de Montoro podría dar no para una novela sino para una auténtica saga, pero, de momento, no parece que ande cerca tan necesario momento.
Esa falta de fiabilidad de las cuentas españolas no sólo bajo el gobierno de Rajoy sino bajo el de Sánchez resulta, sin duda, intolerable, pero, a la vez, abre una puerta legal para evitar un desastre nacional que duraría generaciones. Al conocer la Comisión europea, la realidad de las cuentas, más allá de lo señalado por los sucesivos gobiernos, la deuda española no puede ser imputada en su totalidad a la nación sino que se convierte en una deuda odiosa y, por tanto, no sujeta a pago. Me explico. Supongamos – no es imposible – que España entre en quiebra soberana en 2021. Será una más en la Historia de la nación que más bancarrotas ha experimentado a lo largo de su existencia y que parece empeñada en no aprender la realidad al grito necio y dañino de “¡Leyenda negra, leyenda negra!”. Lo importante es que esta vez podría evitar pagar buena parte de esa deuda porque la Comisión Europea contaba con datos suficientes – los proporcionados por estos economistas - para saber que no debió permitir muchas acciones de Montoro y ahora de Montero y, sin embargo, a sabiendas, las consintió. Sería así responsable de la situación económica final de España.
Si mediante esta acción, estos tres economistas logran evitar que España sea aplastada por el pago de la deuda – así debería ser legalmente – la gratitud que les deberemos todos los españoles será mayor que la que tributamos a los héroes de Lepanto. No exagero un ápice. Aquella batalla naval fue colosal, pero sirvió, en realidad, para poco porque la doblez de la Santa Sede y de Venecia – por no llamarla traición – abortó el éxito. Uno de sus héroes, Cervantes, incluso fue capturado por piratas musulmanes y a punto estuvo de acabar sus días como esclavo en Constantinopla. Esta carta, sin embargo, puede parecer menos épica, pero puede también salvar a España de las acciones de sujetos inmensamente dañinos como Montoro.