Voy a referirme a su intervención en la convención republicana porque fue antológica. Dejó bien claro que se puede ser la mujer del presidente sin que tu marido te meta en el gobierno o te consiga sustanciosos negocios para fundaciones que se ocupan de una África de la que no sabes más allá de que hay negros y leones. Puso de manifiesto que se puede defender la ley y el orden sin ser un esqueleto soberbio y perdonavidas. Sacó a la luz que se puede hablar con orgullo de la patria – aunque sea la de adopción – con una bandera al fondo sin pedir perdón a cada paso. Mostró que para ser mujer y hablar de política no se precisa ir a aquelarres feministas en marzo donde la fealdad, la ordinariez y el mal gusto no se pueden ocultar por muy caro que sean el vestido y el abrigo, por mucho que se voceen consignas ridículas y por muy joven – y aprovechable – que resulte el escolta. Puso en evidencia que ser bella, elegante, inteligente, patriota es lo que debería ser propio de muchísimas mujeres aunque, por el contrario, sea tan habitual que se parezcan a gañanes, que resulten ordinarias, que sean feas de solemnidad, que repitan sandeces de manual, es decir, que parezcan hombres en el peor sentido y digo en el peor sentido porque los varones en la política cada vez se parecen más a flores de pitiminí. Melania llegó a Estados Unidos procedente de una nueva nación creada tras el desastre del socialismo y la necedad sanguinaria del nacionalismo. No recibió nada al llegar porque no era un MENA en España y porque en Estados Unidos, salvo que seas minoría racial o sexual, no se regala nada a nadie salvo la oportunidad de valerse por uno mismo para avanzar en esta vida. A Melania le concedieron la residencia bajo la categoría de extraordinary abilities – la misma que recibió hace siete años el autor de esta columna - porque las autoridades consideraron que era una persona que aportaría desde el principio algo extraordinario y positivo a la nación. A la vista está hasta donde ha llegado. A la vista está por qué no vemos Melanias en España.