En la época de Franco, circulaba una historia seguramente apócrifa, pero muy reveladora. El dictador llegaba a un pueblo y los vecinos eran convocados delante del ayuntamiento para escuchar un discurso. Mientras la gente aclamaba a Franco, un sujeto aislado negaba con la cabeza, nada convencido de lo que escuchaba. Concluido el acto, el general convocaba al disidente y le preguntaba por las causas de su incredulidad. El hombre respondía que, por razones profesionales, viajaba mucho, que veía cómo estaba España y que le constaba que había una considerable distancia entre lo relatado en el discurso y la realidad nacional. Llegados a ese punto, Franco zanjaba la cuestión de manera directa: “Pues menos viajar y más leer la prensa”. Hace cuatro años, en esta misma tribuna, también en septiembre, anuncié que las elecciones las ganaría Trump y luego continué haciéndolo en los meses siguientes. Sí, ya sé que los medios decían todo lo contrario, pero, en contra de lo recomendado por Franco en el chiste, viajo más que leo la prensa. Además conozco el sistema de elección de Estados Unidos que, surgido de la separación estricta de poderes, es muy diferente al español. A día de hoy, de los compromisarios, Biden cuenta con seguridad con 171 frente a los 182 de los que ya dispone Trump. Si se estudia estado por estado – mejor, circunscripción por circunscripción - la horquilla de compromisarios da también vencedor a Trump tanto por el margen superior como por el inferior. Esta circunstancia, a día de hoy, puede cambiar de acuerdo con dos variables. La primera es que Biden no vaya a un debate contra Trump. Entonces una parte considerable del pueblo americano llegará a la conclusión de que está gagá o es un cobarde y el varapalo sufrido por Biden será mayor. La segunda es que se produzca una crisis de extraordinaria gravedad que pueda ser utilizada contra Trump e impedir la reelección. No es fácil, pero tampoco imposible. Por ejemplo, una invasión de extraterrestres no iría en contra del actual presidente sino que agruparía a los ciudadanos de Estados Unidos detrás de Trump para enfrentarse con la amenaza alienígena. A lo anterior, se suma la situación del orden público. Los antifas, los Black Lives Matter y los demócratas lo están intentando, pero, a estas alturas, cada desorden, cada revuelta, cada disturbio suma votos en favor de un Trump que capitaliza la consigna de ley y orden siquiera porque sus adversarios políticos pretenden, entre otras cosas, privar de fondos a la policía. Saquen ustedes conclusiones.