Lo que excedió lo habitual en un sentido deplorable fue cómo la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, realizó una especial visión de la Historia patria centrada en el kirchnerismo que ha dominado la Argentina durante los últimos doce años. Con enorme sorpresa, he contemplado en distintos medios españoles un canto a esos doce años en el sentido de que habían sido de grandes logros sociales en materias como la educación o la pobreza. Deberíamos rogar al Altísimo para que conserve el oído de los que eso han escrito ya que la vista parece que es irrecuperable. Dicho claramente: el kirchnerismo habría logrado la salida de Israel de Egipto por la vía rápida porque supera por su efecto devastador a cualquier plaga bíblica. La corrupción ha sido una lacra histórica en Argentina, pero nunca se robó tanto desde el poder como durante el kirchnerismo. Como tuve ocasión de escuchar hace un tiempo a un veterano político argentino, los peronistas antes se llevaban los huevos que ponía la gallina, los kircheristas roban hasta la gallina. Por supuesto, la corrupción astronómica creada por el kirchnerismo ha tenido dos consecuencias inherentes a ese fenómeno elevado al grado sumo. La primera ha sido la quiebra de la economía nacional. Se mire como se mire, Argentina es una nación enferma económicamente y en situación de perpetua – y negada – suspensión de pagos. No puede ser de otra manera porque, como dice el refrán, cuando hay quita y no hay pon, se acaba el montón y en la Argentina de los Kirchner, las quitas son continuas. La segunda es la creación de clientelas que se han aprovechado directamente de esa corrupción. Desde la patota perpetradora de escraches al juez Garzón pasando por las más diversas instancias, el número de personas cuya bondad para la sociedad es desconocida, pero que vive del presupuesto argentino se ha multiplicado hasta la saciedad. Por supuesto, el acoso contra los medios de comunicación fue indispensable desde el principio para intentar ocultar la pavorosa realidad. Corrupción, miseria y persecución de la libertad es el legado innegable de los Kirchner. Quizá, parodiando la letra del tango, doce años no es nada, pero para la gente decente se han hecho largos como un siglo. Y lo peor es que en Argentina tocan a su fin, pero con Podemos en las instituciones esos kirchneristas pueden acabar de asesores en España.