Por esas y otras razones, no lo voté en aquellas elecciones en las que obtuvo una escandalosa mayoría absoluta y, a pesar de la inquina con que se recibía cualquier crítica, seguí apuntando a los terribles horrores que estaba perpetrando desde el poder seguro de que los pagaría la derecha, primero, y España, después. Secundado por personajes como Cristóbal Ricardo Montoro, Rajoy decidió que lo que había que recortar “no se toca” y optó por subir los impuestos, una y otra vez, a los pobres ciudadanos. Con Rajoy, NO salimos de la crisis, pero la clase media entró en un proceso creciente de proletarización que, a día de hoy, lleva a muchas personas a tener que escoger entre comer o encender la calefacción. Esas acciones – súmenle Cataluña y el aborto y la ideología de género y el eclipsamiento internacional y un largo etcétera – las ha pagado el PP de Casado del que se fían muy pocos, una derecha más que fragmentada y una España que se ve abocada a un verdadero desastre nacional. Al final, aquella España que Aznar supo unir, que era importante más allá de nuestras fronteras, que supo crear empleo y generar envidias internacionales, que respaldaba el esfuerzo y el mérito está muerta siquiera electoralmente. Ha prevalecido la España del “qué hay de lo mío”, de “gaste usted que ya lo pagará la clase media”, de “de bonus a los inspectores de Hacienda que ya vaciaran ellos los bolsillos a los contribuyentes con razón o sin ella” y de “yo mientras siga cobrando, los voto y los que vengan detrás ya verán cómo lo arreglan”. Es sabido que, durante el siglo XVIII, hubo poblaciones en España donde más del ochenta por cien de los habitantes vivían de la sopa boba de los conventos. Era un malvivir miserable, pero por eso de que quien llenaba las escudillas era la Santa Madre iglesia algunos hasta lo encontraban santo. Ahora, son millones los que respaldan a la izquierda y a los nacionalistas por las mismas razones. Rajoy pudo desmontar todo hace casi una década, pudo enderezar la nación sobre valores de futuro y pudo construir el porvenir. Decidió no tener problemas.