El tema de Siria ha sido motivo de ocupación continua durante los últimos días. No es cuestión de reproducir aquí todos los programas en que he ido apareciendo. He realizado una selección de dos emisiones de El espejo.
Una mañana de domingo como la de ayer, unas mujeres se dirigieron hacia el sepulcro de un hombre al que habían admirado, seguido y amado durante los últimos años.
Me he referido varias veces a Charles Wesley. Además de notable predicador – aunque no tanto como su hermano John – Charles fue uno de los compositores más extraordinarios de la música espiritual de todos los tiempos.
El lunes, de la manera más inesperada, me encontré con una fiebre de más de cuarenta grados. Lo suyo es que me hubiera metido en la cama, pero debía pronunciar una conferencia y dado el tema – Cristianismo para no-cristianos – asumí que, a pesar de mis limitaciones, no podía eludir mi compromiso.
Igual que la violetera era ave precursora de primavera, los presupuestos fueron precedidos por el anuncio de que “hemos cumplido” el objetivo del déficit. La proclama tiene su lógica porque Montoro ha fracasado clamorosamente en frenar el déficit durante más de un lustro.
[1] La reacción judeo-cristiana