De creer a la madre de Pablo Iglesias, a su hijo, siendo casi un niño, “le dio por Lenin, Marcuse, Hegel, Allende... ¡Los devoraba!». Quizá sea así, pero en él no ha quedado la menor huella del pensamiento táctico o del análisis teórico de Lenin – a decir verdad, contradice ambos a cada paso – y no digamos ya de Marcuse o de Hegel.
Esta semana, Dios mediante, La Voz cumplirá sus primeros cincuenta programas de radio. Ese medio centenar de emisiones constituye una experiencia de libertad incomparable y más si se contrasta con lo que está sucediendo no sólo en España sino también en otros países con los medios de comunicación.
Una obra que, en realidad, es un conjunto de cinco libros redactados en períodos distintos de tiempo, cuya extensión es más que media y, sobre todo, que contiene material de una antigüedad muy considerable debería resultarnos casi por definición considerablemente lejana.
Como sucede con todos los grandes fenómenos históricos, el reinado de Isabel y Fernando ha sido objeto de valoraciones y juicios no sólo diversos sino incluso encarnizadamente contrapuestos. Para algunos, constituyó un paradigma de las bondades regias; para otros, un período especialmente siniestro… y sin embargo…
No son pocos los historiadores que han considerado que la esclavitud fue el pecado original de los Estados Unidos. Los puritanos carecieron de esclavos y los cuáqueros se opusieron encarnizadamente a la institución excomulgando incluso a aquellos de sus miembros que tuvieran esclavos.
Hace aproximadamente dos años, desde el diario La Razón lanzaba yo un grito en petición de ayuda para el Teatro de cámara Chéjov de Madrid. Su director, Ángel Gutiérrez, me había contado cómo la crisis y la subida de impuestos estaban estrangulando su sala amenazando con el cierre.
Algunos lo señalan como la primera víctima de la victoria republicana en las últimas elecciones legislativas. En realidad, el hecho de que Chuck Hagel haya dejado de ser el secretario de defensa de Estados Unidos implica repercusiones mucho mayores.