Después de Worms, los intentos realizados para volver a remendar, siquiera en parte, la unidad eclesial resultaron, desde luego, fallidos. Quizá el último se agostó en diciembre de 1549 a los tres años de la muerte de Lutero.
Si la Biblia se hubiera limitado a tener en su canon los dos libros de Samuel y los dos de Reyes contaríamos con una información más que suficiente – e imparcial – sobre la monarquía de Israel, monarquía que, como recordarán los lectores, sólo se mantuvo unida durante los reinados de David y Salomón y del desdichado Saúl, predecesor de ambos.
Ayer fue el año nuevo chino y hoy, además de estar todo cerrado, la contaminación en Beijing ha subido hasta tal grado que las autoridades recomiendan utilizar mascarilla en el caso de que uno decida salir a la calle.
Si Cervantes fue la plenitud humana del Siglo de Oro, no cabe la menor duda de que en su cima artística se encuentra Lope de Vega. Nacido y muerto en Madrid, Félix Lope de Vega y Carpio fue denominado verdadero monstruo de la naturaleza y, en verdad, que lo fue.
Como ya sabían algunos de mis amigos habituales del muro, desde finales de la semana pasada estoy en China.
De manera casi simultánea a la reunión entre Lutero y Cochlaeus a la que nos referimos en la última entrega, la comisión nombrada por la Dieta presentó su informe. Los partidarios del emperador exigieron la marcha inmediata de Lutero, pero el elector de Tréveris propuso una alternativa que despertó la suspicacia de un Aleandro que temía que se le escapara la presa a la que llevaba persiguiendo tanto tiempo.