Programa completo de La Voz de César Vidal publicado el lunes 20 de abril de 2020.
Hace décadas que llegué a la conclusión de que la mayoría de los males históricos de España derivan del fanatismo empeñado en no ver la realidad. Expulsar a los judíos en 1492 era una bajeza y una estupidez y ni siquiera reyes tan sagaces como Isabel y Fernando supieron sobrenadar por encima del sectarismo. Agarrarse a la revolución científica nacida en la Europa protestante resultaba esencial para España, pero Felipe II prefirió castrar la universidad española convirtiendo a la nación en un Tíbet cultural. Así podríamos multiplicar los ejemplos.
Es después de afirmar la autoridad de Jesús que Lucas ubica en su relato tres hechos que muestran el poder de Jesús sobre la naturaleza y la enfermedad. El relato de Lucas es muy diferente del que encontramos en relación con supuestas curaciones milagrosas en determinados santuarios y, de manera bien significativa, incide en los aspectos espirituales. En el primer caso – la denominada pesca milagrosa – Jesús le pide a Simón que colabore con su predicación. No le pide dinero o vigilancia – algo tan habitual en muchos casos – sino sólo que ponga su barca a su servicio para poder predicar. Es más que posible que la multitud corriera el riesgo de aplastar a Jesús o empujarlo al mar y Jesús decidió que, subido en la barca, podía predicar desde ella con tranquilidad, quizá incluso ser mejor escuchado (5: 3). Fue entonces cuando Jesús le dijo a Simón que bogara mar adentro para pescar (v. 4). La respuesta de Pedro fue totalmente escéptica. Si algo habían visto durante la noche es que no había nada que hacer, pero ya que Jesús lo decía iba a lanzar la red (5: 5). La pesca resultó espectacular e incluso tuvieron que solicitar ayuda para arrastrarla (5: 6-7). Pero aquí viene lo más relevante del relato. Pedro no dijo: “es justo. Ya que le he dejado la barca que menos que me bendiga materialmente”. Pedro tampoco dijo: “gracias, Jesús, has bendecido mi fe”. No, Pedro captó lo que había pasado. Una dimensión totalmente sobrenatural había entrado en su vida más que natural y entonces había percibido una realidad innegable: era un pecador. Esa realidad lo llevó a desplomarse de rodillas y a pedir a aquel hombre – al que denominó Señor – que se apartara de él. Cuando uno percibe la realidad espiritual esto es lo que se ve precisamente. No que Dios es un Papa Noel concediendo lo que pedimos, no que hemos realizado la ceremonia correcta para obtener el premio deseado, no que recibimos el premio por nuestras acciones adecuadas. No. Lo que captamos es la distancia inmensa, enorme, imposible de cubrir que hay entre nosotros, pobres pecadores, y Dios. Cuando eso sucede, cuando eso se descubre, cuando eso se percibe, la reacción lógica es la de Simón: reconocer que Alguien infinitamente superior está cerca, reconocer que es el Señor, reconocer que somos pecadores y reconocer que si se acercara a nosotros en Su santidad inmensa sentiríamos un fuego abrasador.
La enseñanza bíblica sobre la Segunda Venida de Cristo apenas tiene lugar en el seno de ciertas confesiones. Por un lado, están tan ocupadas en construirse un reino terrenal lo más rico y poderoso posible que la simple idea de que Jesús pueda regresar y acabar con semejante tinglado tiene que resultar escalofriante para sus dirigentes; por otro, implicaría ya ahora un cambio drástico de sus prioridades y actuaciones. Es lógico que así sea. No en vano la Biblia enseña que el Hombre de pecado se coloca en lugar de Dios y que será la Palabra de Dios la que irá recortando su reino hasta que tenga lugar la segunda venida de Cristo.
Las noticias económicas del día con César Vidal y Lorenzo Ramírez.
Las noticias del día con César Vidal y María Jesús Alfaya.
El editorial de César Vidal.
Programa completo de La Voz de César Vidal publicado el viernes 17 de abril de 2020.
Si el Mahoma del primer período mecano era un predicador que llamaba al arrepentimiento para escapar de las consecuencias derivadas del Juicio de Dios y el del segundo período era un predicador que buscaba los paralelos entre su experiencia de rechazo y la sufrida por otros personajes como Abraham y Jesús, el del tercero es alguien que ha llegado a la conclusión de que los habitantes de la Meca no lo escucharán y, por lo tanto, debe buscar un auditorio diferente.