Lo cierto, sin embargo, es que todos los ataques contra las afirmaciones contenidas en Lucas 2, 1-7 habían sido rebatidos ya en el siglo XIX a partir de los trabajos del arqueólogo e historiador William Ramsay[1]. La realidad histórica es que Lucas nos proporciona datos que son exactos y que encajan con la época. Así, primero, el censo de que habla no es el tributario al que se refieren otras fuentes sino un censo para empadronamiento. Segundo, ese censo incluyó Judea, a pesar de no estar sometida a Roma, siquiera porque los reinos tributarios siempre proporcionaban esos datos al imperio, según nos ha informado el historiador romano Tácito. En tercer lugar, el censo se llevó a cabo de acuerdo con los usos judíos lo que implicaba acudir a la ciudad natal. Finalmente, Cirenio no ejerció tareas de gobierno en Siria en el año 6. de C., sino que – como muestran distintas inscripciones arqueológicas – desempeñó estas funciones, primero, del 10 al 7 a. de C. en la categoría de jefe militar, y luego a partir del 6 d. de C. como gobernador. De hecho, la Lapis Tiburtinus muestra el Iterum Syriam (segunda vez en Siria) de Cirenio[2]. Lejos, pues, de haberse equivocado Lucas nos proporciona una noticia histórica de meticulosa exactitud que además permite ubicar el nacimiento de Jesús en una fecha situada en torno al 7-6 a. de C., fecha que coincide con el fenómeno astronómico estudiado por Kepler.
(CONTINUARÁ)
[1] W. M. Ramsay, Was Christ Born at Bethlehem, Grand Rapids, 1979 (primera edición en 1898) y W. M. Ramsay, Luke the Physician and Other Studies in the History of Religions, Grand Rapids, 1979 (primera edición 1908)
[2] El texto latino aparece reproducido junto con otros semejantes en W. M. Ramsay, Was Christ…, p. 273 ss