Viernes, 19 de Abril de 2024

Rosa Luxemburgo

Miércoles, 4 de Marzo de 2020

Un cinco de marzo – o sea mañana cumpliría años – de 1871 vino al mundo una judía nacida en el imperio ruso, pero en territorio de lo que ahora es Polonia, llamada Rosa Luxemburgo.   Cuando tenía cinco años, le diagnosticaron erróneamente una tuberculosis ósea por lo que estuvo en cama todo un año y cuando le quitaron la escayola vieron que una de sus piernas había quedado más corta que la otra.  Quedaría coja de por vida, pero esa circunstancia no le impediría ser uno de los referentes del socialismo marxista hasta el fin de sus días.  Implicada en un partido socialista desde edad temprana, en 1889 tuvo que huir a Suiza para evitar su detención.  En 1890, el canciller Bismarck levantó la prohibición del socialismo en Alemania y Rosa regresó para ser una de sus figuras más relevantes aunque siempre muy vinculada a Polonia. Aunque fundó el partido socialista de este país, en 1898 obtuvo la ciudadanía alemana.  Es, más o menos, a partir de esa época en que Margarethe von Trotta narra su trayectoria vital en la película Rosa Luxemburg.

La película es enormemente interesante porque describe de manera bastante imparcial la trayectoria política y humana de Rosa.  Si, por un lado, es obvio que vivía como una burguesa y que deseaba casarse y tener hijos – algo que chocaba con su activismo revolucionario y, sobre todo, con su pareja – por otro, mantuvo las posiciones más puristas dentro del socialismo en vísperas de la Primera guerra mundial.  Rosa sufrió la amarga decepción de ser engañada sentimentalmente y la locura de convertirse en amante del hijo adolescente de una amiga.  Al mismo tiempo, sujeta a pasiones humanas como cualquiera, comprendió que la guerra se oteaba en el horizonte e insistió en que los proletarios de todo el mundo no se mataran entre si porque, de entrada, ésa no era su guerra.  Quizá fuera así, pero los socialistas de todos los países – alemanes y rusos, franceses e ingleses – se colocaron detrás de su bandera nacional, apoyaron a sus gobiernos y se lanzaron a la matanza.  Rosa mantuvo una posición semejante a la de Lenin al que conoció en 1907 e hizo una campaña incansable en contra de la guerra.   Fue encarcelada – lo había estado por breves períodos en varias ocasiones anteriores – y desde la prisión supo lo que era una guerra en la que hundirían sus raíces la revolución rusa, el nacimiento de los fascismos y la segunda guerra mundial.  De todos esos fenómenos, Rosa sólo llegó a conocer el primero y abogó, como Lenin, por el asalto de los socialistas al poder sin esperar a que la Historia avanzara de acuerdo con la dialéctica marxista.  Para Rosa, si la necesidad existía ya se encargaría el devenir histórico de remediarla.  En Rusia, eso significaba avanzar la revolución aunque el porcentaje de proletarios fuera escaso.  Fue así como procedió a fundar la Liga Espartaco con la que pretendía avanzar hacia el socialismo en Alemania más allá de la deriva revisionista de los socialdemócratas. 

En 1919, los miembros de la liga Espartaco se alzaron contra el gobierno alemán que era republicano y socialista.   Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht fueron capturados en Berlín el 15 de enero de 1919 y, de manera inmediata, se procedió a su asesinato.  Rosa recibió un culatazo en la cabeza y después un tiro en el cráneo.  A continuación, su cuerpo fue arrojado al Landwehr Canal en Berlín.  Cientos de sus compañeros comunistas fueron fusilados y la revuelta totalmente yugulada.  Para muchos nacionalistas alemanes, Rosa era un ejemplo claro de la identificación entre los judíos y el comunismo, una identificación que había que destruir por el bien de Alemania.  La realidad era mucho más compleja.  La trayectoria vital de Rosa Luxemburg, como muestra esta película, puso de manifiesto la incapacidad del socialismo para vivir su pacifismo hasta el final – lo que llevó a Mussolini a crear un socialismo nacional que recibiría el nombre de fascismo – la incapacidad para saber moverse en un mundo que, al fin y a la postre, no se había desarrollado como predijo Marx y la incapacidad para mantenerse unido.  El resultado de esa suma de contradicciones vividas por sus propios dirigentes fue un fracaso innegable aunque – debe reconocerse – también tuviera un papel nada desdeñable en la mejora de las condiciones de vida de millones de trabajadores a los que se les hizo concesiones siquiera para que el socialismo no avanzara.  Merece la pena ver esta película y darse cuenta de hasta qué punto la utopía no es posible.   

 

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