Así, difícilmente, se podía construir algo sólido. De algún emir se dijo en tono de alabanza que cosió Al-Ándalus con la espada y el califato creado por Abd-ar-Rahmán III – sin duda, la cima del islam español - resultó brillante, pero no pasó de ser una estrella que declinó de forma acelerada tras la muerte del terrible Almanzor. Luego vino la fitna, la división entre reinos de taifas que se formaron por afinidades étnicas – árabes, bereberes, andalusíes, eslavos… - y que, al fin y a la postre, tuvieron que recurrir a los fanáticos integristas del norte de África simplemente para retrasar el avance de la Reconquista. Sin embargo, no puede pasarse por alto el hecho de que, al lado de esa incompetencia, brotó una belleza artística con escasos paralelos en la época. El Tauq al-hamama, es decir, El collar de la paloma es uno de sus ejemplos literarios más significativos. Su autor, el andalusí Ibn Hazm, escribió millares de páginas en un ejemplo más de que el genio suele ser fecundo. Sabía sobradamente que la sociedad en la que vivía estaba destinada al aniquilamiento. La corrupción de los políticos, la mezquindad de los administradores, el empuje del norte, el gasto desaforado y la ceguera social lo ponían de manifiesto de forma indiscutible. Persona inteligente no podía cerrar los ojos a la realidad. Sin embargo, Ibn Hazm, dolorosamente consciente de todo, buscó refugio en el amor y en la relación con Dios. El collar de la paloma es, precisamente, un hermosísimo tratado sobre el amor. Lo leí por primera vez en español hace ya décadas y luego me he recreado en distintas ocasiones en el texto árabe que es de una belleza tan exquisita como las filigranas trazadas en el marfil por un artesano. Redactado en Játiva, en la cercanía del mar, en torno al año 1023, Ibn Hazm logró consignar las más diversas formas del enamoramiento y del amor y adornarlas con poesías de una luminosidad extraordinaria. De la piel de la mujer a la oración al Único, de la unión de los amantes a la confianza en Dios, de la inocencia del amor adolescente al sibaritismo erótico, sus líneas transcurren en una clara demostración de que hay realidades que superan con mucho la miseria que puede llegar a rodearnos y, sobre todo, de que esas realidades perduran en medio de la decadencia e incluso del caos.