Es el caso de Los hermanos Karamazov de Fiodor Dostoyevsky. A diferencia de autores que no escriben ninguna obra maestra a lo largo de su vida o que no pasan de una, Dostoyevsky tiene una trayectoria literaria más que notable y en ella se dan cita varias obras maestras como El idiota o Crimen y castigo. Con todo, su mejor novela – y también la última – es Los hermanos Karamazov. Sustentada sobre la peripecia de tres hermanos de padre aunque no de madre y de una figura paterna que esto menos ejemplar, Dostoyevsky supo trenzar un relato polifónico que, por separado, ya habrían sido novelas notables. La aparición del Diablo a Iván resultaría un magnífico e ingenioso relato corto, pero son solas unas páginas de la novela. ¿Y qué decir de la historia de El gran inquisidor que constituye de por si una novela donde se expresa con genialidad pocas veces superada la esencia de la iglesia católica y su relación real con Jesús? Todo ello sin decir que la trama principal es más que interesante, que los personajes aparecen magistralmente perfilados, que los temas abordados pasan por casi todo lo divino y lo humano y que el final de la novela es magistralmente conmovedor.
Este verano – aprovechando el tiempo libre – releí la novela en ruso y volví a encontrarla dotada de una fuerza muy especial. De hecho, hubo momentos en que me pareció transitar por sus capítulos por primera vez.
Como no podía ser menos, Los hermanos Karamazov ha sido llevada a la pantalla varias veces. En 1958, llegó a Hollywood con un magnífico Yul Brynner en el papel de Dmitri – el mejor a mi juicio – una notable Maria Schell como Grushenka – la más bella, sin duda – un extraordinario Richard Basehart como Iván y un demoníaco Lee J. Cobb como el padre. El director se permitió cambiar el final – una pena porque el original es magnífico – pero, en su conjunto, es una gran adaptación además de recomendable.
Los rusos realizaron una segunda versión en varias partes justo una década después. Ignoro si existe alguna versión doblada – yo la he visto recientemente en ruso – pero, en cualquier caso, es bastante fiel al original. Sus defectos se resumen en que el actor que interpreta a Dmitri sobreactúa y en que – de nuevo – el final original se ha alterado o, más bien, suprimido. Imagino que los censores soviéticos no debían ver con mucho agrado la conclusión original demasiado empapada de cristianismo.
En el año 2009, se produjo en Rusia una serie sobre Los hermanos Karamazov verdaderamente extraordinaria. La interpretación y la ambientación son incomparables, pero además es muy fiel al texto original y - ¡gracias a Dios! – respeta el final.
Les he incluido enlaces del primer episodio de esa magnífica serie – está en ruso, pero con subtítulos en inglés – y de una realización de El gran inquisidor interpretada por el gran John Gielgud. En ese caso, es inglés sin subtítulos.
Se requiere tiempo, pero leer Los hermanos Karamazov merece la pena y también la merece ver cualquiera de las adaptaciones a la pantalla aunque la mejor, con diferencia, es la rusa de hace unos años. Disfrútenlo. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!
Aquí está el primer episodio de la serie rusa en ruso y con subtítulos en inglés
y éste es el Gran Inquisidor (sólo en inglés)