- Cuando Al.lah y Su mensajero han decidido un asunto, ni el creyente ni la creyente tienen ya opción. Quien desobedece a Al.lah y a su mensajero está indudablemente extraviado.
- Y cuando decías al que había sido objeto de una gracia de Al.lah y de una gracia tuya: «¡Conserva a tu esposa y teme a Al.lah!», y ocultabas en tu alma lo que Al.lah iba a revelar, y tenías temor de los hombres, siendo así que Al.lah tiene más derecho a que Le tengas temor. Cuando Zayd había terminado con ella, te la dimos por esposa para que no se pusiera reparo a los creyentes que se casan con las esposas de sus hijos adoptivos, cuando éstos han terminado con ellas. ¡La orden de Al.lah se cumple!
- No hay falta alguna en el Profeta por algo que Al.lah ha hecho preceptivo para él, así ha sido la práctica de Al.lah para los que vivieron antes – el mandato de Al.lah es un decreto decidido-,
- que transmitían los mensajes de Alá y Le temían, no temiendo a nadie más que a Al.lah. ¡Basta Al.lah para llevar la cuenta!
- Mahoma no es el padre de ninguno de vuestros hombres, sino el mensajero de Al,lah y el sello de los profetas. Al.lah es omnisciente.
(33: 36/36-40/40)
Las aleyas constituían una legitimación del nuevo matrimonio de Mahoma. Dejaban de manifiesto, de entrada, que lo que decidieran Al.lah y Mahoma no podía ser discutido por nadie (37). Según la revelación, Mahoma no había querido tomar a Zaynab como mujer a pesar del ofrecimiento de Zayd, pero el deseo de Al.lah había doblegado su voluntad (38). Ese cambio legislativo no podía censurarse siquiera porque Mahoma se había limitado a obedecer lo que Al.lah le había ordenado (39) y, por encima de su condición de padre, estaba la de mensajero de Al.lah (40).
Una vez más, se producía una alteración de mensajes que, previamente, Mahoma había presentado como revelaciones procedentes de Al.lah. Esos cambios en un texto que la tradición posterior consideraría revelado una vez por todas y que se correspondía con un original guardado en el cielo, serían utilizados una y otra vez por los adversarios de Mahoma para desacreditar su predicación. Se trataba de objeciones a las que la teología islámica ha respondido tradicionalmente con la doctrina de la abrogación afirmando que las aleyas anteriores son anuladas por otras posteriores.
CONTINUARÁ
Véase: K. Armstrong, Oc, pp. 196 ss; J.. Glubb, Oc, pp. 235 ss; T. Ramadan, Oc, pp. 146 ss; J. Vernet, Oc, pp. 119 ss; C. V. Gheorghiu, Oc, pp. 338 ss.