Mahoma no permaneció solo mucho tiempo. Al poco tiempo del fallecimiento de Jadiya, contrajo matrimonio con Aisha. Las fuentes islámicas afirman taxativamente que Aisha tenía tan sólo seis años cuando se convirtió en esposa de Mahoma si bien éste no consumó el matrimonio hasta que la niña cumplió los nueve años de edad. La noticia, sin duda histórica, nos ha llegado al menos en dos jadiz:
Narró Aisha: que el Profeta se casó con ella cuando tenía seis años de edad y consumó su matrimonio cuando ella tenía nueve años, y entonces permaneció con él durante nueve años (es decir, hasta su muerte)[6].
Narró Aisha: que el Profeta se casó con ella cuando tenía seis años de edad y consumó el matrimonio cuando ella tenía nueve años de edad. Hisham dijo: he sido informado de que Aisha permaneció con el Profeta durante nueve años (es decir, hasta su muerte), lo que vosotros conocéis del Corán[7]
El episodio resulta como mínimo espinoso para una mentalidad occidental y no sorprende que alguno de los apologistas contemporáneos del Islam lo oculte de manera específica. Es el caso de Tariq Ramadan que evita señalar la edad que tenía Aishah cuando se consumó el matrimonio y afirma que “la unión no sería consumada por varios años” [8].
En ese período, sitúan también las tradiciones islámicas el famoso viaje nocturno de Mahoma a Jerusalén y al cielo, con el que se suele relacionar la aleya primera de la sura 17: 1/1:
¡En el nombre de Al.lah, el Compasivo, el Misericordioso!
- ¡Gloria a Quien, una noche, hizo viajar a Su Siervo desde la Mezquita inviolable a la Mezquita más lejana, cuyos alrededores hemos bendecido, para mostrarle parte de Nuestros signos! Él es Quien verdaderamente oye y ve.
A pesar de todo, el testimonio de Aisha, casada ya con él, es que el cuerpo de Mahoma no se movió de su lado durante toda la noche. Esta circunstancia ha obligado a intentar dar con una explicación para el episodio que vaya más allá de sustentar que no pasa de ser una leyenda piadosa, pero sin base histórica real[9]. En algunos casos, se ha pensado que la experiencia de Mahoma pudo ser simplemente un sueño[10], que quizá fue una retrotracción de una visita a Jerusalén realizada años atrás o que incluso no fue Aisha la que compartía el lecho con él en esos momentos sino una viuda Sawda bint Zamaa, con la que se casó a los pocos meses de fallecer Jadiya[11]. Incluso no ha faltado quien lo ha identificado con un fenómeno shamánico[12] Sea cuál sea la explicación que se de a esta tradición – ciertamente, resulta muy difícil aceptarla como un hecho histórico aunque es la base para las reivindicaciones islámicas sobre Jerusalén a día de hoy [13] - debe reconocerse que tuvo una posteridad fecunda. En el siglo XIII, es decir siete siglos después de cuando supuestamente acontecieron los hechos, había cristalizado en el Kitab al-mirash o Libro de la escala que sería traducido por orden del rey castellano Alfonso X el Sabio y que pudo inspirar algunos pasajes de la Divina Comedia de Dante. Si en la tradición existe un poso de realidad, aquel episodio debió proporcionar algún consuelo a Mahoma en medio de un año rezumante de pesar, un año que, por otra parte, preludiaba su época de mayor sufrimiento en la Meca.
CONTINUARÁ
[5] Véase: Véase: T. Andrae, Mahoma…, pp. 39 ss; M. Cook, Muhammad…, pp. 12 ss; E. Dermenghem, Mahomet…, p. 41 ss; M. Lings, Oc, pp. 109 ss; T. Ramadan, Oc, p. 67ss; J. Vernet, Oc, pp. 59 ss.
[6] Sajij al Bujari 7, 62, 65.
[7] Sajij al Bujari 7, 62, 68.
[8] T. Ramadan, Oc, p. 75.
[9] La idea de que no pasa de ser una leyenda sin base real es defendida de manera contundente en E-M Gallez, Le messie et son prophéte. Aux origines de l´islam: Du Muhammad des Califes au Muhammad de l´histoire, París, 2010, pp. 33 ss.
[10] En el sentido de esa explicación y la siguiente, véase J. Vernet, Oc, p. 58.
[11] En ese sentido, J. Vernet, Oc, p. 59.
[12] A. Aya, Oc, pp. 64 ss.
[13] En ese mismo sentido y con un análisis de las implicaciones políticas posteriores del episodio, véase: R. Spencer, The Truth about Muhammad, Washington, 2006.