En Isaías 44: 3, Dios promete que derramará aguas sobre el sequedal y ríos sobre la tierra árida en claro simbolismo del Espíritu Santo que haría descender sobre Su pueblo. Jesús repitió esa misma enseñanza al afirmar que había llegado la época en que se cumpliría esa profecía veterotestamentaria. Precisamente, en el último y gran día de la fiesta en que la gente contemplaba el agua, “Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado” (Juan 7: 37-9).
El texto resulta especialmente hermoso no sólo por lo que tiene de cumplimiento sino, especialmente, de realidad práctica. Nuestra existencia – nos demos o no cuenta de ello – es un terreno seco y árido que necesita del agua de vida que sólo puede dar Dios para sobrevivir. Aquel que acuda a Dios, que reconozca sus pecados, que se deje lavar por la sangre de Jesús, que reciba el agua del Espíritu podrá iniciar una vida tan distinta y renovada que sentirá como, de su interior, surgen, poderosos y limpios, manantiales de agua viva. Nada hay que se parezca a ello
Esta canción, escrita en el siglo XVIII, se refiere a esa realidad, la realidad de mantener una relación con Dios de la que emanan la salvación, cualquier tipo de bendición en que pueda pensarse y, finalmente, una relación que se prolongará a lo largo de toda la eternidad. He escogido tres versiones para ustedes. La primera es coral, como inicialmente, la pensó el compositor. La segunda es de Chris Rice. La última, finalmente, es en español. Espero que las disfruten. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!
Ésta es la versión coral
Esta versión es de Chris Rice
Y ésta es una versión es español