A este lado del Atlántico, tampoco es que estén las cosas para lanzar cohetes. En Nicaragua, Daniel Ortega se sigue agarrando al poder. En Venezuela, ya hay que ser muy tonto para no reconocer que acertamos totalmente en nuestros pronósticos sobre Guaidó. En Cuba, todo sigue igual… es decir, mal. En Argentina, existen posibilidades de que los pro-kirschneritas regresen al poder. En México, AMLO lo está haciendo rematadamente mal. Y, en general, en Hispanoamérica, la ideología de género continua una encarnizada ofensiva en la que sólo temen a los movimientos de base, sin estructura jerárquica y, muy especialmente, evangélicos. En Estados Unidos, Trump ya está en campaña electoral y, si la economía sigue como hasta ahora, será reelegido. Ante situaciones así – y otras mucho peores - caben tres opciones. Una es la del avestruz. Cerremos los ojos y nada nos pasará.
La segunda opción es cerrar los ojos, pero en el sentido de no querer ver lo que sucede y seguir apoyando lo que no son sino edificios que se tambalean. Como la conducta anterior la entiendo, pero no puedo compartirla. Es más la simple idea de confiar determinados listas en las que van ciertos sujetos no me tienta lo más mínimo y esperar la solución de los políticos... ¡¡¡a estas alturas!!!
La tercera opción es preguntarse a dónde ir y aquí entra la canción de esta semana – que además es la última de la temporada - porque la verdad es que sólo podemos acudir con garantías a Jesús. A Jesús que no a alguna peculiar institución que pretende representarlo en régimen de monopolio y que ha aprovechado esa afirmación para acostarse con todo poder fáctico que se le ha puesto al alcance o, como me decía el director de un centro local de COPE, “el problema de… - y aquí daba el nombre de un cardenal – es que le gusta mucho acostarse con los políticos”. Por supuesto, la afirmación – rigurosamente exacta – no se refería a la vida privada del cardenal sino a sus coqueteos duros y continuos con el poder. Cuando hablo de Jesús hablo de Jesús, no de los que usurpan su nombre y su lugar.
Creo que nadie debería llamarse a engaño: en este mundo sólo se puede acudir a Jesús y eso es lo que expresa esta canción. Es una canción de alegría porque reconoce que en esta vida hay muchas circunstancias extraordinarias que nos proporcionan felicidad, pero también hay otras menos gratas e incluso dolorosas. La tentación, la maldad, la hipocresía, la corrupción, la inseguridad, el temor pueden asediarnos, pero de ellos sólo nos librará Jesús el mesías-siervo. Si no ha hecho la prueba, hágala. No quedará defraudado.
He escogido dos versiones de esta maravillosa canción. La primera es de Elvis Presley y - ¿hay que decirlo? – resulta espléndida. La segunda – con subtítulos en inglés – es de la Gaither Vocal Band. Excelente. Disfruten de la canción, pero, sobre todo, mediten en su mensaje. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!
Aquí está Elvis
Y aquí la GVC y un grupo de amigos extraordinario