Mi experiencia es muy diferente. Siempre he sabido – desde muy joven – que es un privilegio poder hablar de Jesús el mesías a otras personas. Así. A pecho descubierto. Con todas las consecuencias y sin que te importe un bledo lo que puedan pensar otros. No es fácil porque hay quien a Jesús anteponen sus prejuicios, sus tradiciones o su institución, pero la dificultad no ha sido algo que, habitualmente, me causara desánimo. En realidad, a mi me gusta - ¡¡¡y mucho!!! - contar la historia de Jesús y de su amor.
Yo sé más que sobradamente que ningún ser humano – y yo el último – puede pretender obtener la salvación por sus méritos. Sé que, como el publicano, sólo puedo pedirle a Dios que sea propicio a mi, pobre pecador (Lucas 18: 13). Sé que ningún hombre, ninguna organización, ninguna jerarquía puede cambiar esa situación, pero, al mismo tiempo, sé que Dios ofrece el perdón al que se acerca directamente a El siguiendo la invitación de Jesús. Lo sé y ha dado tanta felicidad a mi vida que me gusta compartirlo y en ello está una de mis mayores alegrías.
Quizá por eso siempre me ha gustado esta canción que, de la manera más sencilla, dice lo mismo: “Me gusta contar la historia de cosas superiores y no vista, de Jesús y de Su gloria, de Jesús y de su amor. Me gusta contar la historia porque sé que es verdad. Satisface mis anhelos como nada más lo hace. Me gusta contar la historia. Sería mi canción en la gloria, contar la historia vieja, vieja de Jesús y su amor”. Sí, mis queridos amigos, me gusta contar esa historia vieja y, a la vez, tan nueva y, a la vez, invitar a cualquiera de ustedes que no haya aún aceptado a Jesús en su corazón a que lo haga porque no hay nada que se parezca a vivir una conversión a Dios y a su mesías.
Y los dejo con Alan Jackson que canta la canción envidiablemente. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!
Aquí está Alan Jackson