Por cierto, era la versión con la que les dejo hoy. Cuando volví a oírlo algunos años después ya sabía yo lo que había sucedido en Jericó porque lo había leído en la Biblia. No sólo eso. Había empezado a captar el significado espiritual del episodio. Es sencillo. En nuestra vida, Dios nos ofrece en no pocas ocasiones una bendición. Esa bendición, sin embargo, a menudo está colocada tras poderosos muros. Son los muros del prejuicio, los muros del orgullo, los muros de la tradición, los muros del pecado, a fin de cuentas. Ante esa situación son muchos los que se desaniman, son presa del desaliento y se vuelven atrás sin recibir lo que hubiera podido ser relevante para su existencia. La canción – y la historia bíblica – es un canto de aliento y ánimo frente a esas situaciones. Los muros con los que chocamos son imposibles de expugnar en apariencia, pero más elevadas fueron las murallas de Jericó. Si Josué logró salvar semejante obstáculo, sí lo hizo fue porque confió en Dios. Eso mismo desearía dejar este sábado en el corazón de los que lean este post. Tu muro, tu muralla, tu pared pueden parecer imposibles de superar, de remontar, de vencer. Bien. Quiero decirte que no es así. Confía en Dios para salvar ese – o esos – obstáculo. Lo conseguirás. No serás el primero. Josué lo dejó de manifiesto ante los muros de Jericó, los que se desplomaron cuando tuvo fe en Dios.
Y aquí está el Golden Gate Quartet