Aunque pensamos muchas veces que somos nosotros los que encontramos a Dios – y externamente parece ser así – es El quien va en busca de nosotros y nos toca. Cuando eso sucede, la vida no es ya la misma. El impacto del roce de Dios resulta tan poderoso que transforma nuestra existencia y además lo hace de una manera innegablemente positiva. Algunos saben que ese toque trajo consigo en su día el final de cadenas que habían aprisionado su vida durante demasiado tiempo. Otros pueden dar testimonio de cómo no pocas veces significó el final de sufrimientos indecibles. Todos sabemos que implica el perdón y con él una limpieza que nunca habríamos sido capaces de imaginar. Tan es así que el que ha sido tocado por Jesús sabe que existe un antes y un después y que no puede sino dar testimonio de ello.
Por cierto, la canción de Bill Gaither, hermosa en su profunda sencillez, fue grabada ocho años después por Elvis Presley alcanzando una proyección internacional. Les dejo esa versión de Elvis y – esta vez sin que haya tenido que ayudarme la amiga Elvira que siempre está al quite – una en español de Manuel Bonilla. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!
Aquí está Elvis Presley
Y aquí Manuel Bonilla