Así me ha sucedido en los años posteriores cada vez que he tenido la ocasión de volver oírlo. La letra, sin duda, es sencilla. Simplemente, se pregunta si el que oye la canción estaba allí cuando crucificaron a Jesús, cuando lo pusieron en la tumba o cuando corrieron la piedra sobre ella. En todos y cada uno de los casos, pensar en esos momentos, lleva a temblar al que entona la melodía. Y no es para menos. La crucifixión de Jesús no fue una muerte más. Sobrecoge no sólo por la tortura, el sufrimiento o la agonía sino porque de ella pendía también nuestro destino eterno. Suficiente para temblar. Hoy, sábado, quizá tu que lees este breve texto deberías pensar en aquel momento en que llevaron a Jesús a la cruz, en que lo clavaron, en que murió y en que lo depositaron en la tumba. Pero lo importante no es que tiembles sino que te percates de que se levantó de entre los muertos para ofrecerte una vida que es no pasajera sino eterna. Si no la aceptaste mediante la fe ya hoy tienes una nueva oportunidad. Sólo Dios sabe si se trata de la última. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!
Y aquí está Johnny Cash