El predominante es el de gratitud hacia Dios y hacia las personas que lo respaldan día a día. Luis Ortiz – no puedo decir como parte interesada porque, al igual que yo, no percibe un céntimo por su labor en La Voz – y paseantes del muro con Elvira, Gabriela y Ana han sido y son esenciales para ir avanzando día a día. Independientemente de que alcancemos o no la meta, siempre guardaré un lugar en la sala de mis gratitudes personales hacia ellos y también hacia todos los que han contribuido y contribuyen para que La Voz pueda iniciar su segunda temporada a inicios del próximo mes de septiembre.
Mi segundo sentimiento es de déja vu. Cualquiera que examine las cifras de los que han señalado públicamente que La Voz les gusta y los que la han apoyado a través de la campaña de crowdfunding se percatarán de que sólo un diez por ciento aproximadamente han pasado de la afirmación al hecho. Por supuesto, hay gente que ha contribuido de manera muy generosa y otros que sólo han podido hacerlo de forma más modesta. A unos, a otros y a los intermedios se lo agradezco porque a quien da lo que tiene, sea mucho o poco, no se le puede pedir más, pero no deja de ser reveladora esa desproporción. Y conste que no me quejo porque sé que es mucho mayor en otras ocasiones. Por ejemplo, en cierta ciudad española, el número de personas dispuesto a salir a la calle reclamando la aparición de una secuestrada fue muy inferior a la décima parte de los que en la misma urbe sí se manifestaron públicamente para evitar que su equipo de fútbol descendiera. Es un ejemplo dramático y elocuente. No sería mala práctica que algunos tan empeñados en señalar al adversario como causante de todos los males – aunque apareciera en la Historia de España esta madrugada – se preguntara cuál es la raíz de esa conducta y también qué instancia ha alimentado espiritualmente durante siglos a nuestra nación para que adquiera estos hábitos tan poco saludables cívicamente.
La última reacción es de serenidad. Hace ya meses que señalé que el crowdfunding de La Voz es Historia de la radio. Así es tanto si alcanza la meta como si no. En el primer caso, lo será porque, por primera vez, un programa de radio se sostendrá sobre la base de una iniciativa de apoyo popular por modesta que sea o, en el segundo, porque esa iniciativa no salió adelante. Sea lo que sea, debo decir que a mi me parecerá bien. Si se reúne la cantidad porque, efectivamente, habrá una nueva temporada de La Voz en momentos especialmente delicados y, de lo contrario, porque podré dedicar las horas que he entregado gratuitamente al programa a otras tareas que espero que sean no menos fecundas. Suceda lo que suceda, será lo que Dios quiera y a mi me basta. Y ahora sí: amigos, si desean colaborar tendrán que hacerlo pronto porque apenas nos queda tiempo y si no avanzamos al menos un uno por ciento diario nos llegaremos. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!