Sábado, 27 de Abril de 2024

¡¡¡Adiós 2018!!! ¡¡¡Bienvenido 2019!!!

Lunes, 31 de Diciembre de 2018

Hace unos días, American Airlines me envió un informe sobre los vuelos que había realizado en esta compañía aérea en este año de 2018 que acaba hoy.  Como quien no quiere la cosa, la AA me señalaba que en 2018 había dado dos veces y media la vuelta al mundo.  Los días que he pasado en los aires ni los recuerdo ni estoy por mirarlos, pero pueden imaginarlos ustedes.  Con esos datos, me doy cuenta de que este año – otro más – se me puede llamar de todo menos holgazán. 

A lo largo de sus doce meses, les he brindado a ustedes centenares de posts acercándoles la actualidad, la Historia, la literatura, el cine y, de manera muy especial, la Biblia.  También he intentado que cuenten ustedes con una visión documentada e imparcial de la realidad nacional e internacional en los programas de La Voz que – parece mentira – logró, gracias a su generosidad en el crowdfunding, que este año 2018 se concluyera la temporada iniciada de 2017 y se iniciara otra que terminará, Dios mediante, en 2019.  Incluso hasta pude regalarles un especial Camino del sur en Navidades que era un pequeño regalo que me hacía muchísima ilusión entregarles.   A lo anterior, pueden ustedes sumar mis colaboraciones semanales en La Razón – bastante más de un centenar – que no puedo cobrar por decisión de los acólitos de Montoro, pero que he mantenido porque ustedes valen mucho más que la percepción de unas modestas columnas.  También pueden añadir mi participación en programas de televisión y radio – más de cien – y, de manera muy especial, las conferencias, cursos, seminarios y campus que he impartido.  Incluso en el continente americano se ha publicado algún libro nuevo porque ya saben que en España estoy total y absolutamente vetado. Seguramente, comprenderán que, en ocasiones, me sienta verdaderamente exhausto como si fuera un avión ya bastante añoso al que se le acaba el combustible e intenta seguir volando. 

En medio de toda esa actividad, ha habido una serie de constantes que han durado más de un lustro.   La primera es que continuo viviendo totalmente por fe.  Ninguna empresa, del tipo que sea, me paga un salario o unos ingresos regulares.  Lo único parecido a esa circunstancia era el cobro de mis colaboraciones que percibía de La Razón, pero Montoro se ocupó hace ya años de que no cobrara un solo céntimo.  Puedo decir sin exagerar lo más minimo que no sé ni una sola mes si percibiré el dinero necesario para pagar el teléfono, la luz, el agua o la comida.   Pero también puedo afirmar que nunca me ha faltado nada porque Dios es fiel, porque si cuida de las aves también cuida de los que se aferran a El como Padre y porque, como prometió Jesús, cuando se busca en primer lugar el reino de Dios y su justicia, Dios da todo lo demás por añadidura (Mateo 6: 33).  En los más de cinco años que lleva durando mi exilio, sólo una vez me cortaron el agua, pero fue cosa de unas horas nada más.  Crean si les digo que la sensación de alivio, libertad y ligereza que siento con esta vida no se puede describir con palabras.  Esta mañana temprano salí a pasear sólo para ver las formas de los árboles y escuchar los cantos de los pájaros y estoy absolutamente convencido de que Pedro Sánchez – con Falcon incluido – no lo pasado mejor en sus vacaciones navideñas. 

La segunda es que servirles a ustedes ha constituido, como en años anteriores, una verdadera bendición.  Ustedes no son la masa o el rebaño a los que manipular para conseguir publicidad, mejores contratos o donativos o votos.  Son la gente a la que me siento orgulloso de servir aunque mi labor sea más limitada de lo que desearía.  Las personas que han visto con más claridad, que han comprendido mejor la realidad o que han conocido a Jesús gracias a esa humilde trabajo cotidiano son una recompensa muchísimo más relevante que cualquier premio literario, mediático o económico que haya podido recibir a lo largo de toda mi existencia.  Ustedes son – créanlo – una parte más que esencial de la recompensa que me brinda esta vida.

La tercera es que seguiré trabajando hasta que ustedes o Dios me retiren.  No tengan la menor duda de que disfruto de cada momento libre en que releo clásicos, me pregunto si todavía tengo tiempo para aprender una nueva lengua o vuelvo a ver esas películas que tanto me han gustado desde la infancia. Sin embargo, sé que en esta vida estamos para glorificar a Dios que tantísimo nos da y para servir a los demás y yo lo seguiré haciendo mientras la salud – a veces, un tanto cascada - y Dios lo permitan.       

La cuarta es que nada de lo que hago – salvo quizá preparar un té o poner una lavadora – lo puedo hacer sin la ayuda generosa y comprensiva de otras personas.  Por supuesto, está ese equipo de La Voz – Isaac, María Jesús, Miquel, Gala, Sagrario, Pilar, Roberto – pero están todos los que, en algún momento u otro, me escriben, me llevan la contraria, me comparten algo de su vida, me insultan incluso y, por supuesto, oran por mi.  Gracias a todos.  De todo corazón.

Yo sé que todo esto es pura gracia.  Es pura gracia que Jesús se encarnara para salvarme a pesar de que yo no lo merecía ni por el forro.  Es pura gracia que siga vivo después de que hace cinco años me salvé por horas de un atentado y no han faltado después terribles asechanzas. Es pura gracia que con mis limitaciones pueda serles de alguna utilidad. Es pura gracia que así sea cada día.  Es pura gracia que estén ustedes al otro lado. Permítanme, pues, que despida el año dejándoles con dos himnos.  El primero es el que quizá sea mi himno preferido, Amazing Grace – Sublime gracia – precisamente porque yo podría decir lo mismo que dicen sus versos.  Háganme caso: no confíen en sus méritos – si es que piensan que los tienen – en este 2019 que comenzará en unas horas.  Confien sobre todo en la sublime gracia de Dios expresada en Jesús.  Esa sublime gracia los amparará valiéndose de unas palabras, de una lectura de la Biblia, de un respaldo, de una mano amiga en el nuevo año que comienza en horas.  

Y aquí entra el segundo himno que quiero dejarles hoy, quizá, mi segundo preferido: Because He lives I can face tomorrow (Porque El vive puedo enfrentarme con el mañana).  Este año podía haber sido quizá mejor -  ¿quién lo duda? - pero si no ha dejado de ser bello y ha tenido no pocos momentos más que notables lo debemos a esa sublime gracia.  Pero, ahora que acaba y por encima de todo, sé que El vive y por eso puedo enfrentarme con todo.  El tiene nuestro futuro en Sus manos y por eso la vida tiene un sentido y no debemos temer el futuro.  ¡¡¡Adios 2018!!!  ¡¡¡Bienvenido 2019!!!  God bless ya!!!   ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!

 

Y aquí los dejo con Amazing Grace

 

Y aquí con Because He lives I can face tomorrow  

  

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