1. Por encima de todo no se deje dominar por la preocupación o la angustia. Es cierto que habrá situaciones que no pueda arreglar, pero, aun así, el año concluirá al cabo de doce meses y la vida continuará. Cuantos menos sofocones se lleve mejor.
2. No se deje enredar por el apresuramiento y la prisa. Jesús dijo que había que observar los lirios del campo y las aves del cielo. No podrá hacerlo corriendo y sin tomarse tiempo para reflexionar con calma. Por eso, no permita que los políticos, los medios y otros expertos en manipulación lo aceleren engañándolo. Piense en todo con sosiego y tranquilidad. Contemple la realidad de las cosas y no lo que le venden como tal y, con seguridad, le irá mejor.
3. Procúre ser y olvídese de tener. Lo que haya ganado honradamente con su esfuerzo intentará quitárselo, con razón o sin ella, el Montoro de turno porque los vampiros de hoy no ceden ni ante las ristras de ajos. El sistema se ha afianzado como un inmenso mecanismo de expolio de las clases medias en favor de las castas privilegiadas así que espérese lo peor. La prima de riesgo, el mercado de valores, la deuda pública, la Agencia tributaria o el sistema financiero tampoco están para echar cohetes. No ponga su corazón en nada de eso. Sin embargo, lo que usted sea interiormente no podrá arrebatárselo nadie jamás. Sea, por lo tanto, o, al menos, intente ser lo mejor.
4. Saboree cada instante grato de su vida. Ciertamente, los buenos momentos no regresarán jamás, pero sí podrán quedar almacenados para aquella época difícil en que necesite recuerdos que endulcen su vida. Puede que los precise y mucho.
5. No espere soluciones de los políticos. Los primeros de entre ellos se las ven negras para arreglar su propio porvenir o simplemente para no acabar en el banquillo. Hay excepciones, pero recuerde que usted les paga el sueldo y – salvo que sea usted un rufián incrustado en cualquiera de las administraciones gracias a ellos – no viceversa. Son incapaces de formar gobierno y de hacer lo que deben con que imagínese si les importa ayudarle a usted y a los suyos.
6. Cuide de sus amigos. Los verdaderos son extraordinariamente escasos y no tienen precio. Los descubrirá con enorme facilidad en las situaciones difíciles. Si permanecen a su lado, son amigos. Si miran para otro lado, le abandonan o incluso se suman al linchamiento, es que no ha perdido usted nada al perderlos de vista.
7. Escuche a todos con paciencia y educación. Hágalo igual que si se tratara de su padre o de su hijo, pero sea prudente con los que lo adulan, lo envidian o lo aborrecen. Por regla general, su opinión no vale ni siquiera esa sustancia que se pisa por descuido en ocasiones y que deja un olor desagradable. Y tampoco permita que lo lleven a malgastar su tiempo. Con seguridad, el suyo es más valioso que el de los pelmazos.
8. No pierda tampoco un instante con los que se duelen porque a usted le van bien las cosas. Si quieren sufrir porque usted es feliz, allá ellos o, dicho en otras palabras, si se quieren condenar que se condenen.
9. Lea con calma y atención la Biblia. Los tiempos son difíciles y la ansiedad acecha detrás de cada esquina, pero, precisamente por ello, cuando todo se tambalea – y ya lo creo que se tambalea todo - son más precisas que nunca las verdades eternas
y 10. Confíe en Dios. Sin límites y sin que lo aparte de esa confianza lo que puedan hacer los demás. Es, con diferencia, el Único que ofrece una garantía del cien por cien. Lo dice alguien con no poca experiencia en ser objeto de las traiciones más repugnantes. Dicho lo cual: les deseo un felicísimo y luminoso año 2016.