Dado que la gestión de ZP no ha sido precisamente modélica, que los escándalos relacionados con algunos de sus ministros han sido sonados y que además estamos comenzando a ver las dramáticas consecuencias de su impericia económica, resulta obligado plantearse cómo ha podido obtener una segunda victoria electoral. A mi juicio, el triunfo indiscutible del PSOE dirigido por ZP se sustenta en un curioso trípode. La primera pata constituye una constante en la Historia del PSOE y ya la señaló Unamuno cuando, tras un breve período de militancia, decidió abandonar el partido despotricando. Se trata de esa visión propia de una secta que lleva a un segmento importante de la población española a votar al PSOE sin tener en cuenta su competencia en la gestión, su honradez en el manejo de los fondos públicos o su comportamiento para con las víctimas del terrorismo. El PSOE es la secta nutricia – en no pocos casos de manera literal – y debe ser defendida frente a todo y frente a todos. Llegados ante el abismo, la tendencia es incluso no a recular sino a agarrarse de la mano y a lanzarse con todas sus consecuencias. La segunda pata – también con precedentes históricos - es que el PSOE se ha convertido en una fuerza de extrema izquierda que ha absorbido con enorme facilidad los votos del votante comunista e incluso del independentista catalán. En esas estuvo también el PSOE a partir de 1933 aunque la ayuda soviética al PCE le impidió durante la guerra civil consumar su proceso de bolchevización. Ahora, ZP ha decidido seguir en esa línea y, de paso, merendarse al PCE. La tercera pata es la conversión de ZP en la gran esperanza de las fuerzas nacionalistas para aniquilar el orden constitucional y sustituirlo por un panorama de independencias a plazo o de sometimiento de España a los intereses de las oligarquías catalana y vasca. De repente, ZP ha pasado a ser más útil para desintegrar España que el mismísimo Carod Rovira que ya es decir. Sentado en ese trípode, ZP mantendrá una trayectoria que resulta relativamente fácil de aventurar. En primer lugar, profundizará el radicalismo que España ha sufrido en los últimos cuatro años, legalizando la eutanasia o ampliando el aborto. En segundo lugar, persistirá en su política de dividir a los españoles satanizando a la iglesia católica – y, en general, al cristianismo – y a los votantes de derechas como fuerzas destinadas a desaparecer. En tercer lugar, reeditará, como capo di tutti capi, el pacto con los nacionalistas sin excluir a ETA. Todo ello además se desarrollará con el trasfondo de una crisis económica creciente que, en buena medida, deriva de la incompetencia económica de ZP y que esa misma incompetencia no remediará. El panorama es poco halagüeño, pero los que amamos la libertad y a España no deberíamos desanimarnos. La presencia parlamentaria del PP es considerable y la sociedad civil lleva casi un cuatrienio articulándose para defender el futuro de sus hijos de cualquier amenaza. Por otro lado, sentarse en un trípode nunca fue garantía de no caerse al suelo y romperse los huesos.