Las razones para formular semejante disparate varían. Algunos no se han enterado, por lo visto, de que la URSS desapareció y fue troceada. Otros, en lugar de ignorancia, sólo sufren de pereza intelectual y no están dispuestos a aprender que el mundo ha cambiado mucho y es así porque el esquema de la Guerra fría es muy socorrido para holgazanes intelectuales. Finalmente, no faltan lo que simplemente sueñan con convencer al congreso y al senado de la nación más poderosa del mundo para que gaste todavía más en armamento innecesario con el pretexto de que Rusia es un peligro semejante a la URSS de antaño. La realidad es que las promesas de Reagan y Bush padre a Gorbachov en el sentido de mantener Europa central y oriental desmilitarizada se han incumplido y que los europeos estamos pagando el pato de los que no han querido mantener su palabra. Apoyando a una casta corrupta como son los nacionalistas ucranianos, cantores de la División SS Galitzen, de momento, hemos logrado un vapalo fenomenal para nuestra industria agro-pecuaria en momentos de crisis, pero, sobre todo, hemos conseguido lo que desde la época de Nixon parecía imposible: el acercamiento de China a Rusia. Esta semana tan sólo, las dos naciones – bastante cansadas de la necedad de algunos geo-estrategas – han firmado la fruslería de diecisiete acuerdos. La mayoría son secretos, pero uno hecho público nos permite saber que Rusia exportará, al año, treinta y ocho mil millones de metros cúbicos de gas a China durante las tres próximas décadas. Pues nada, síganse negando a comprender la Historia rusa y a recordar que, en el pasado, sin el sacrificio de esa nación ni Napoleón ni Hitler hubieran sido derrotados. Ciérrense los ojos a la realidad de que sin Rusia nunca se controlará el terrorismo islámico. Continúese haciendo el juego a los traficantes de muerte como si el muro de Berlín estuviera en pie. Prosígase en la tarea destructiva de dañar nuestros intereses nacionales. Ayúdese a China y a Rusia a acercarse más. Pontifíquese sobre una nación de la que se ignora hasta el idioma. ¡Venga! Pero que nadie se olvide de que hacer el tonto trae consecuencias.