De hecho, la propia derecha tuvo que acabar asumiendo muchas de sus posiciones siquiera en Europa. Si se debió al miedo a la URSS o a la derrota electoral podrá discutirse, pero el caso es que lo hizo. Es verdad que la gestión de la izquierda dejó mucho que desear en naciones como España, pero en otras como Alemania o Suecia funcionó de manera más que notable y además contó con un instrumento formidable de opción al poder: un discurso para la casi totalidad de la población. Ese instrumento lo ha liquidado la misma izquierda al renunciar a un programa para la mayoría y sustituirlo, como niños pijos salidos de una universidad norteamericana, por un discurso de identidades. La izquierda ha renunciado a su anuncio de “proletarios de todo el mundo, uníos” – una proclama teóricamente grande - para instituir el de “gays, feministas, inmigrantes, minorías éticas… nos unimos a vosotros”. En otras palabras, la izquierda ha abandonado su relato social global para asumir los cuentos raquíticos que satisfacen a minorías numéricamente reducidas e incluso ínfimas. Mire el lector a su alrededor y dígame qué ve más: ¿trabajadores intentado llegar a fin de mes o gays? ¿españoles desesperados por pagar la hipoteca o refugiados? ¿mujeres viendo cómo sacan a sus hijos adelante o feministas gritando “el violador eres tu”? Pues ya está… Con esta estrategia, la izquierda deja de manifiesto que identitaria será todo lo que quiera, pero también que tonta no lo puede ser más. Las grandes demandas de la población y los sueños de bienestar han sido arrojados al arroyo para crear un orden neo-feudal de castas privilegiadas sustentado sobre las minorías. No se dará un solo paso para recuperar a los más de dos millones y medio de españoles que han abandonado España durante estos años de crisis – la cifra puede ser incluso muy superior - pero se traerá a ocho o nueve millones de africanos. Y por una de esas paradojas que tanto le gustan a la Historia, el mensaje de defensa de los trabajadores mondos y lirondos, de la mayoría social, lo asumen aquellos situados más a la derecha parlamentaria. Si eso no es ser una izquierda identitaria y tonta que venga Marx y lo vea.