Se trataba de algo ejemplar porque precisamente el anterior alcalde de Zaragoza, Pedro Santisteve, autorizó en su día una «charla antifascista» en un local de la ciudad de Carmen López Anguita, la conocida asesina del GRAPO y autora de nueve asesinatos. Por si alguien piensa que fue un error, Santisteve también autorizó la actuación de un grupo proetarra en el Auditorio de Zaragoza. En otras palabras, asesinos terroristas, sí, pensamiento libre, no. Que así sucediera con los social-comunistas es deplorable, pero no puede decirse que cause sorpresa viendo quien sostiene en la Moncloa a Pedro Sánchez. Pero no menos lamentable resulta la conducta del PP y de Ciudadanos que ahora mismo gobiernan la ciudad. En un gesto de la proverbial cobardía que caracteriza no pocas veces a ambos partidos, Sara Fernández, vicealcaldesa con Ciudadanos y consejera de Cultura, ha perdido el tras para asegurar que ella no había autorizado la presentación del libro mientras que el acto desaparecía del programa. Ciertamente, en medio de este ejercicio de miseria, de cobardía y de persecución de la libertad, la única figura que emerge como un ejemplo de dignidad y de valentía es la de Cristina Seguí. Bien pensado no sorprende que sea odiada por los social-comunistas y que el PP y Ciudadanos se distancien de ella. Cristina Seguí reúne todo lo que odian feministas como las que ocupan el ministerio de la mujer. Cristina Seguí es inteligente, heterosexual, independiente, brillante, amante de la libertad, enemiga del dogmatismo, de buen gusto, vive de su trabajo y no de subvenciones y es incluso guapa. Es decir, Cristina Seguí es todo lo contrario de aquellas que señalan que la única sexualidad natural es el lesbianismo o que hay que violar analmente a los hombres. También es lo contrario de un PP cobardón que rara vez defiende un principio moral y lo opuesto a unos Ciudadanos desnortados que sólo piensan en mantener como sea las poltronas ganadas en los últimos años. ¡Viva Cristina Seguí!