Tampoco cabía engañarse en relación con otras cuestiones. El GULAG aunque ya no fuera el del pasado seguía existiendo, la libertad de expresión era impensable, Alexander Solzhenitsyn fue expulsado del territorio de la URSS porque encarcelar a un premio Nobel resultaba excesivo y la URSS inyectaba dinero a la dictadura castrista por valor del 30 por ciento del PIB cubano. Con todo, en esa época, eran millones los soviéticos que pensaban que su país era el mejor del mundo siquiera porque fenómenos como la droga, la delincuencia juvenil, la disolución de la familia o el racismo eran impensables. No sorprende que muchos pensaran que entre la libertad con esas plagas y la dictadura sin ellas era mejor la segunda y más cuando no existía el hambre desde hacía mucho tiempo y, por el contrario, el mínimo decoroso e indispensable estaba más que garantizado por la política soviética. La realidad, sin embargo, era más compleja.
En la URSS, por ejemplo, también existía la corrupción. Quizá no en las dimensiones que se daba en otras naciones, pero existía y esa corrupción corroía las bases del sistema. De hecho, cuando murió Brezhnev el sistema presentaba carencias notables que acabarían provocando su colapso especialmente después de que Estados Unidos decidiera utilizar al terrorismo islámico para arrastrar a la URSS a la invasión de Afganistán – las consecuencias de ese paso las seguimos padeciendo a día de hoy – y, sobre todo, después de que un mando del KGB conocido como Farewell decidió entregar a Occidente el listado de espías soviéticos que operaban en el exterior cegando el sistema de inteligencia. La URSS estaría muerta desde ese momento, pero ésa es otra historia. De momento, espero que disfruten de este Corría el año… que dedicamos a la hija de Brezhnev. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!