El día 1 de este mes, salió a la venta Un mundo que cambia y está teniendo un éxito clamoroso. En Amazon España es el número 1 en relaciones internacionales; el número 1 en las ultimas novedades en relaciones internacionales; el número 3 los mas deseados en relaciones internacionales; el número 3 los mas regalados en relaciones internacionales; el número 1 en ebook en relaciones internacionales y el número 3 en ebook en política. En Amazon Estados Unidos, Un mundo que cambia es el número 1 en ebook en Globalización; el número 54 en globalización y política; y el número 27 en Audio, en globalización. No sólo eso en inglés, en Amazon Estados Unidos, es ya el número 13 en globalización… ¡¡¡a pesar de que todavía no ha salido!!! No cabe la menor duda de que semejante éxito no habría tenido lugar de no ser por los oyentes de La Voz, los lectores de tantos libros, los miembros del grupo de Facebook de Los seguidores del Maestro y, last but not least, de Lluvia Agustín, mi agente, una agente dotada de un talento innegable y de una capacidad de trabajo extraordinaria.
Las porciones anteriores del evangelio han permitido que Lucas apunte a Jesús como el mesías. No es poco, pero la cuestión de fondo no es sólo si Jesús es el mesías sino qué tipo de mesías era. ¿Sería el mesías que tomaría el templo y echaría a los romanos? ¿Sería el mesías – como pretenden algunos grupos judíos ahora – que derrotaría a los gentiles y los convertiría en esclavos de los judíos? ¿Sería el mesías que bendeciría a un sector de Israel sobre el conjunto del pueblo y procedería a exterminar a los no-judíos y también a los judíos heterodoxos? Reconózcase que la pregunta no es de escasa entidad. Cuando Jesús preguntó a sus discípulos quiénes decían las gentes que eran como prólogo para indagar qué decían ellos al respecto, la respuesta de Pedro fue clara y terminante: Jesús era el mesías de Dios (9: 20). Jesús inmediatamente salió al paso de cualquier interpretación errada sobre su mesianidad señalando, primero, a sus discípulos que no dijeran a nadie que era el mesías (9: 21) y dejando, a continuación, de manifiesto el tipo de mesías que sería: el mesías sufriente que había de morir tras ser desechado por las autoridades religiosas de Israel, pero que se levantaría al tercer día (9: 22).
Si algo caracteriza la predicación del cristianismo primitivo es su afirmación de que Dios no tiene sino que es amor (I Juan 4: 8). Ese amor no emana de un dios-papá Noel que tolera cualquier acción de los seres humanos. Semejante visión empequeñece ridículamente el mensaje del evangelio. Igualmente los que creen que la salvación deriva de los propios méritos o de las propias obras no pueden entender ni lejanamente a cabalidad el amor de Dios. Ésta es posible sólo por pura gracia, no por obras para que nadie se gloríe (Efesios 2: 8-9). Y es que el amor de Dios fue muy costoso y, a la vez, justo porque Dios jamás renuncia a la justicia como si fuera un abuelito estúpidamente benevolente. Dios no podía pasar por alto nuestros pecados y, de hecho, Su amor se manifiesta en que cuando éramos Sus enemigos envió a Su Hijo Jesús a morir en sacrificio expiatorio por el pecado (Romanos 5: 8-11). Fue el mesías el que pagó con su sangre la salvación. Como enseña la Biblia, somos justificados por la fe no porque la fe sea una especie de obra – sólo un ignorante puede realizar esa afirmación – sino por que la fe es la vía por la que recibimos el sacrificio del mesías en la cruz y así somos justificados por la justicia de Jesús (Romanos 5: 1).
Para terminar la temporada, hoy Lorenzo Ramírez realizará una entrevista especial a César Vidal que nos lo contará todo sobre su último: "Un mundo que cambia": http://bit.ly/unmundoquecambia
Las noticias económicas del día con César Vidal y Lorenzo Ramírez.
Las noticias del día con César Vidal y María Jesús Alfaya.
El editorial de César Vidal.
Programa completo de La Voz de César Vidal publicado el viernes 10 de julio de 2020.
El escarmiento público de los judíos - verdadera advertencia para todos los disidentes – estuvo relacionado con el deseo de cubrir unos gastos relacionados con el pago de sangre de dos amiríes asesinados por Amr b. Umayya. Mahoma decidió que todos los habitantes de Yatrib debían contribuir a compensar lo pagado y con tal finalidad se dirigió, en compañía de algunos de sus seguidores, a una reunión de los jefes de los Banu-l-Nadir, una tribu de árabes que habían abrazado el judaísmo. Los judíos escucharon las pretensiones de Mahoma y, acto seguido, le pidieron que los dejara solos para proceder a deliberar. Los reunidos se dividieron de manera inmediata en dos bandos. Los encabezados por Huyyay b. al-Ajtab eran partidarios de dar muerte a Mahoma para concluir con el problema – la misma solución que llevaba preconizando Abu Sufyan desde hacía tiempo – mientras que los dirigidos por Sallam b. Miskam eran opuestos a esa solución tan radical. Se impusieron los primeros, pero, cuando fueron a ejecutar sus propósitos, no encontraron a Mahoma. La tradición islámica afirmaría que Al.lah le había advertido del peligro que corría. Lo cierto es que Mahoma había regresado a Yatrib y que dio orden a Muhammad b. Maslama al-Awsí de presentar un ultimátum a los Banu Nadir. Tenían que abandonar, so pena de muerte, sus territorios en el plazo de diez días, aunque podrían conservar sus bienes muebles y regresar anualmente a recoger la cosecha de sus palmerales. Se trataba de unas condiciones muy duras, pero los judíos – y esto muestra hasta qué punto constituían un peligro real de carácter muy limitado - las aceptaron sin plantear ninguna objeción aceptando el expolio de sus bienes a cambio de conservar la vida.
Con Sagrario Fernández-Prieto.