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Jueves, 3 de Octubre de 2024
César Vidal

César Vidal

La siguiente sección de Marcos vuelve a enhebrar episodios que muestran hasta qué punto el sistema espiritual del judaísmo del Segundo templo estaba muerto – y era impresionante, todo hay que decirlo – porque decidió rechazar los propósitos de Dios y aferrarse a su propia visión.  Las dos controversias de Jesús que aparecen a continuación – la relativa al tributo y a la resurrección – nos muestran el carácter estéril, pero no por ello de escasa relevancia de las disputas teológicas del sistema.  Se podía discutir sobre si era lícito pagar el tributo al césar y de paso intentar atrapar a Jesús en la respuesta, pero semejante discusión pasaba por alto lo esencial que es que a césar hay que devolverle lo que da, pero lo mismo sucede con Dios (12, 13-17).  Cuando en lugar de devolver – el término griego exacto – dejamos que el estado se lleve todo… ay, no actuamos como Dios – el único al que nunca podremos devolverle todo - quiere.  Los que no se han percatado de ese devolver y su significado andan pero que muy despistados, por ejemplo, cuando deciden apoyar la independencia catalana como ese obispo de Solsona, pagado, por cierto, con el dinero que la Agencia tributaria saca de los bolsillos de los españoles.

Rock of Ages

Sábado, 14 de Septiembre de 2019

En 1775, un personaje llamado Augustus M. Toplady compuso un himno titulado Rock of Ages (Roca de las Edades o de las épocas) que estaría llamado a disfrutar de una enorme popularidad.  El texto señalaba a Dios como la Roca que a lo largo de los siglos ha dado fortaleza y refugio a los que se acogen a El.  Esa Roca fue herida para que aquellos que nunca podrían obtener la justificación por mucho que lloraran o muchas obras que hicieran la recibieran mediante la fe en su sacrificio.  Esa Roca sigue siendo el fundamento firme de una vida vivida en la presencia de Dios.  La idea de Dios como Roca o piedra con seguridad resultará novedosa para muchos más acostumbrados a escuchar que un simple ser humano es la piedra sobre la que se basa la iglesia de Dios.  Sin embargo, la Biblia es muy clara al señalar que la única roca sobre la que se pueden asentar los creyentes es Dios.  Salmos como el 18 o el 32 señalan claramente que el propio YHVH es la roca sobre la que se apoya el creyente mientras que en el Nuevo Testamento, Jesús el mesías es identificado con esa misma roca.  Lo mismo señala el apóstol Pedro al escribir no que él fuera la piedra sino que ésta era Jesús:  Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo. Por lo cual también contiene la Escritura:     He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa; y el que creyere en él, no será avergonzado. Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen, La piedra que los edificadores desecharon, Ha venido a ser la cabeza del ángulo; y: Piedra de tropiezo, y roca que hace caer, m porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados” (I Pedro 2: 4-8).  En realidad, la alternativa es obvia: podemos sustentar nuestras vidas en la única Roca o pretender apoyarlas en meros seres humanos que acaban dejando de manifiesto que no son sino arena no pocas veces movediza. Como suelo decir a menudo: usted tiene todo el derecho a hacer lo que quiera, pero yo me quedo con la Roca verdadera que es el propio Dios.  

Les incluyo varias versiones de este hermoso himno.  La primera es de Alan Ladd, un extraordinario cantante country; la segunda es del Antrim Mennonite Choir y la tercera – esta vez sí – es en español aunque no me extrañaría que la amiga Elvira, siempre tan diligente, dé con una mejor.

 

Aquí va Alan Ladd

Ésta es la versión del Antrim Mennonite Choir, de su album 'Amazing Grace.'

Y ésta es una versión en español

La primera pregunta obligada a la hora de acercarse históricamente a la figura de Mahoma es la de si realmente existió y, en caso de ser así, qué es lo que conocemos de él.  Por chocante que semejante pregunta pueda resultar para los no-especialistas, hay que indicar que hay autores que cuestionan la existencia histórica de Mahoma o que indican la práctica imposibilidad de saber nada cierto acerca de él [9].  Para responder a ésas y otras cuestiones, como siempre sucede en Historia, tenemos que examinar en primer lugar, las fuentes.

La llegada del cristianismo a España difícilmente hubiera servido para presagiar lo que sería el catolicismo posterior.  Leyendas aparte, Santiago nunca estuvo en España – esa afirmación, como tendremos ocasión de ver, surgió durante la Edad Media en medio de un ambiente de violencia nada parecido a la predicación pacífica de Jesús – ni tampoco llegaron hasta la Península Ibérica los llamados Varones apostólicos.  La primera predicación, más que probablemente, derivó de un antiguo fariseo, convertido a la fe en Jesús el mesías y deseoso de alcanzar con su mensaje hasta lo último del cosmos conocido a la sazón.  Se llamaba Pablo de Tarso.  Detenido en Jerusalén, desde allí había pasado a la residencia del gobernador romano en Cesarea y, con posterioridad, tras un agitado periplo marítimo, había llegado a Roma.   Al cabo de dos años de detención domiciliaria, Pablo – como había pensado – fue puesto en libertad.  Las razones para ese desenlace pueden establecerse con facilidad.  Se ha apuntado a la posibilidad de que sus acusadores no comparecieran en plazo ante el tribunal imperial y que la acción legal quedara así enervada[2].  Pero tampoco puede descartarse que su puesta en libertad respondiera a un simple acto de imperium del césar [3].  Desde luego, de lo que sí tenemos constancia es de que en torno al año 63 se encontraba en Hispania.

      No es posible saber cuándo pudo nacer en Pablo la idea de llegar a Hispania, aunque no han faltado los que han especulado con la posibilidad de que fuera ya un sueño juvenil conectado con la afirmación del Salmo 72, 10 en la que se habla de cómo los reyes de Tarsis y de las islas llevarían su tributo al rey de Israel [4].  En realidad, pisamos terreno seguro sólo a partir de su afirmación, contenida en la carta a los Romanos 15, 24 y 28 en la que anuncia su propósito de alcanzar Hispania.  Los testimonios al respecto no son escasos.  El más antiguo, a unas tres décadas de los hechos, es el del romano Clemente que en su carta a los corintios escrita c. 98 señalaba que Pablo había llegado al extremo de Occidente[5].  El texto no menciona literalmente Hispania, pero la expresión dysis (Occidente) para el mundo de la época significaba esta región del imperio y el término terma (extremo) solía aplicarse al extremo del mundo que, por ejemplo, Filóstrato localizaba en Gades, la actual Cádiz.

     El segundo testimonio de la venida de Pablo a España lo encontramos en el famoso Canon de Muratori del s. II.  En esta importantísima fuente, al referirse a Lucas, señala que el libro de los Hechos de los apóstoles “relata al excelentísimo Teófilo lo que sucedió en su presencia, como queda evidentemente de manifiesto por el hecho de que pasa por alto la pasión de Pedro y el viaje de Pablo desde Roma a Hispania”.  La noticia no deja de ser interesante en la medida en que pone de manifiesto que en el s. II en la comunidad cristiana de Roma la noticia del viaje paulino a Hispania estaba totalmente establecida e incluso había que explicar por qué un hecho tan importante no había sido relatado por Lucas en los Hechos.

     Un testimonio similar encontramos en los Hechos de Pedro redactados a finales del s. II o inicios del s. III.  En esta fuente se menciona el viaje de Pablo a Hispania en tres ocasiones.  La primera es una referencia a la misión que Dios le entrega a Pablo para que se dirija a esa parte del imperio (1, 10); la segunda, cuando Pablo, al salir de Roma en dirección a Hispania, pide a los hermanos que oren por él (2, 25-29) y la tercera, al mencionar el hecho de que Pablo no se encuentra en la capital del imperio porque está en Hispania (6, 26).  A la altura del s. IV, las referencias a la estancia de Pablo en Hispania son ya muy frecuentes en las fuentes patrísticas.     

      Jerónimo menciona, por ejemplo, que Pablo realizó el viaje por mar[6], una noticia que parece plausible en la medida en que se hubiera tratado de un trayecto más corto.  De hecho, existían líneas de armadores de Gades que unían esa ciudad hispana – la primera de Europa – con Puteoli y con el puerto romano de Ostia.  Plinio el Viejo nos ha dejado la noticia [7] de cómo Gades podía comunicarse con Ostia en siete días de navegación y como el trayecto por mar desde Tarraco, la actual Tarragona, se reducía tan sólo a cuatro.  Si, por el contrario y de manera bastante improbable, Pablo hubiera realizado el viaje por tierra, habría tenido que seguir la Via Augusta, dejando atrás Marsella, pasando por Perthus y continuando por el valle del Ampurdán por Figueras o la Junquera.  En ese caso – insistamos que muy poco probable – su itinerario hubiera implicado el paso por Emporion (Ampurias), Geruna (Gerona) y Barcino (Barcelona) para desembocar también en Tarraco.  La tradición de la visita paulina determinaría posteriormente que precisamente la sede tarraconense, a pesar de la primacía concedida históricamente a Toledo, haya sido considerada la primada de España.

       Junto a los datos sobre una visita a la Hispania citerior, existen algunas tradiciones mucho menos seguras relativas a una estancia de Pablo en la Bética.  Ciertamente, desde Tarragona la Via Augusta pasaba por Dertosa (Tortosa), Sagunto, Valencia, Saetabis (Játiva), Lucentium (Alicante) y Cartago Nova (Cartagena) para adentrarse luego en Basti (Baza) y Acci (Guadix) en dirección a Malaca, Carteia (Algeciras), Baelo y Gades.  Sin embargo, las bases para conectar estos lugares con un viaje paulino son exiguas.  El trayecto de Pablo por tierras hispanas fue, en cualquier caso, breve e iba a preceder el último viaje de Pablo, esta vez por Oriente.  Posiblemente, ese último duró apenas unos meses, el apóstol volvió a ser detenido y, esta vez, juzgado ante el emperador acabó siendo decapitado. 

      De aquel paso del apóstol por Hispania quedó poco.  No es fácil determinar si el cristianismo posterior tenía origen africano – es posible – pero sí sabemos que su expansión estuvo más o menos relacionada con la parte occidental del imperio.  Tendría también sus características propias.  Entre ellas, se encontrarían dos que suelen pasarse por alto en las Historias oficiales de la iglesia católica en España.  Nos referimos a la represión de los disidentes y al antisemitismo. 

CONTINUARÁ


[1]  Sobre el tema, con bibliografía, véase: C. Vidal, Pablo, el judío de Tarso, Madrid, 2006, pp. 345 ss.

[2]  En ese mismo sentido, W. M. Ramsay, “The Imprisonment and Supossed Trial of St. Paul in Rome”, Expositor, serie 8, 5, 1913, pp. 264 ss; K. Lake, “What was the End of St. Paul´s Trial?” en Interpreter 5, 1908-9, pp. 147 ss; H. J. Cadbury, “Roman Law and the Trial of Paul”, Beginnings of Christianity I, 5, pp. 297 ss.

[3]  En ese sentido, A. N. Sherwin-White, Roman Society and Roman Law in the New Testament, p. 109.

[4]  En ese sentido, por ejemplo, S. Muñoz Iglesias, Por las rutas de san Pablo, Madrid, 1987, p. 235.

[5]  Ad Cor 5.

[6]  De viris illustribus 5.

[7]  Historia natural, XIX, 1, 3-4.

El fuera de la ley (The Outlaw Josey Wales)

Miércoles, 11 de Septiembre de 2019

Comentaba la semana pasada cómo el ver cine antiguo – y los setenta ya son muy antiguos – nos permite acercarnos a realidades que resultan inimaginables.  Es el caso de El fuera de la ley.  Personalmente, creo que es el mejor western de Clint Eastwood, su mejor película como director y una de sus mejores interpretaciones.  Pues bien, hoy esta película – el propio Eastwood lo reconoció hace quince años – no podría ni rodarse ni estrenarse.

El tren se va

Martes, 10 de Septiembre de 2019

Hace seis años, decidí exiliarme.  No voy a entrar a detallar las razones para dar ese paso doloroso.  Baste decir que me salvé de un atentado contra mi vida por apenas unas horas y que, a medida que ha ido pasando el tiempo, no me ha quedado la menor duda de que fue lo mejor. 

Aquel mito sandinista

Lunes, 9 de Septiembre de 2019

Lo que para otros fue la revolución rusa o la cubana, para mi generación fue la sandinista.  Quizá por eso no sorprenda que, con veintipocos años, marchara a Nicaragua para contemplar lo que, supuestamente, era una tercera vía popular frente al sistema capitalista y al soviético.

El anuncio de que el pueblo de Israel iba a quedar fuera de la misma manera que la higuera que lo simbolizaba y que no daba fruto puede parecer clara ahora.  No lo era, sin duda, en aquella semana de Pascua del año 30 d. de C..  Ahora sabemos que el templo de Jerusalén nunca ha sido reconstruido aunque no han faltado los intentos como el impulsado por el emperador Juliano que pretendía demostrar que el cristianismo era falso y que pensó que levantar de nuevo el santuario de Jerusalén invalidaría las profecías de Jesús y la credibilidad de su enseñanza.  También sabemos que, a pesar del derroche extraordinario de especulación que implica, el Talmud no se ha traducido en un regreso masivo de Israel al Dios de Abraham, Isaac y Jacob.  Lo mismo puede decirse de los diferentes mesías judías desde Bar Kojba – aclamado como tal por el famoso rabino Akiva – hasta hoy pasando por Sabbatai Tzeví y tantos otros.  Incluso el mismo sionismo – y hay no pocos judíos que consideran que es una horrenda herejía secular que aparta al pueblo judío del único Dios – no se ha traducido jamás en un retorno al mensaje de las Escrituras.  Se mire como se mire, ni Jerusalén es ya la capital del pueblo judío – ni siquiera que lo sea del estado de Israel es un hecho sin discusión – ni cuenta con templo ni opera desde hace casi dos milenios el sistema de sacrificios ni la mayoría de los judíos anda a la busca de Dios.  Esos hechos, por amargos que puedan resultar, son innegables.  Pero ¿quién hubiera podido esperarlos, salvo Jesús, en aquellos días?  A decir verdad, sólo los que tuvieran fe en él. 

Take My Hand, Precious Lord

Sábado, 7 de Septiembre de 2019

Todos sabemos que, a lo largo de nuestra vida, se presentan momentos de dificultad.  En ocasiones, esa dificultad puede llegar incluso a lo dramático.  En momentos así, las respuestas son diversas.  Hay quien decide apoyarse en otros seres humanos y en instituciones.  Eso si es que no cae en la desesperación.    Sin embargo, algunos hemos experimentado a lo largo de nuestra existencia una alternativa diferente.  Independientemente de lo que puedan hacer los demás, sabemos que podemos volvernos hacia Dios y decirle:  Señor, toma mi mano.  Toma mi mano no para que yo te arrastre a mis deseos sino para que Tu me lleves hacia Tus propósitos.  Toma mi mano porque sin Ti guiándome me perdería.  Toma mi mano para que no la ponga donde no debo agarrándome a propósitos indeseados e indeseables. 

Mahoma (I): Introducción

Viernes, 6 de Septiembre de 2019

La figura de Mahoma continúa siendo una gran desconocida en Occidente.  Durante siglos, Mahoma sólo fue contemplado como el origen de un impulso enemigo que había ocupado partes enteras de Europa – desde la Península Ibérica a los Balcanes pasando por Sicilia – al que se entendió y presentó como un archihereje o como el mismo Anticristo.  Los golpes asestados por los ejércitos musulmanes eran ciertos y dolorosos, pero la visión que se tenía de Mahoma y del Islam era también, en no escasa medida, deplorable y falsa.  Se tardó siglos en traducir el Corán a cualquier lengua occidental y también durante siglos, los autores occidentales pudieron decir que los musulmanes adoraban a un ídolo de Mahoma – doble disparate en una religión monoteísta y que además prohíbe el culto a las imágenes – y vincularon su vida y su enseñanza exclusivamente con menciones a los harenes y la guerra. 

A decir verdad hubo que esperar prácticamente hasta el s. XIX, para que los acercamientos historiográficos a la figura de Mahoma se acometieran partiendo de criterios científicos.  Se analizó entonces con notable rigor el conjunto de fuentes relacionadas con Mahoma y el islam; se las sometió a la crítica histórica y, finalmente, se proporcionaron aportes ciertamente notables al estudio científico.  En paralelo a los intentos de biografiar a Mahoma, se abordaron cuestiones como el origen del Corán, su desarrollo o su contenido.   Se trató de una línea de trabajo que, ya en el siglo XX, contó con aportes hispanos como los de Cansinos Assens o Vernet, ambos, de manera bien reveladora, traductores tanto del Corán como de las Mil y una noches.   Ciertamente, en ninguno de ambos casos, sus biografías se adentraron en los terrenos de la crítica historiográfica, pero sí dieron, al menos, buena cuenta del contenido de las fuentes islámicas e intentaron acercar al personaje a un público hispano tradicionalmente hostil y que todavía hace unos años relataba chistes de dudoso gusto sobre Mahoma.

De manera bien reveladora, mientras que los estudios sobre Mahoma y el Islam han continuado desarrollándose de manera extraordinaria en el curso de la última década, no es menos cierto que, en el caso de España e Hispanoamérica, la mayoría de las nuevas biografías publicadas está teñida por una coloración irenista o incluso proselitista.   Así, o han aparecido biografías que orillan prácticamente todos los aspectos espinosos de la vida de Mahoma (K. Armstrong) o lo presentan simplemente desde la perspectiva del Islam de una manera totalmente acrítica (M. Lings) cuando no abiertamente propagandística (Tariq Ramadan).  Incluso, hemos llegado a ver textos donde Mahoma aparece absorbido en la Nueva Era (D. Chopra).         

El irenismo y el proselitismo tienen, sin duda, su interés desde una perspectiva sociológica e incluso psicológica, pero ninguna de las dos actitudes es propia de una investigación histórica seria y rigurosa.  Ésa es, por el contrario, la finalidad de esta serie que tiene como meta acercar la figura de uno de los grandes fundadores de religiones a un público que, verdaderamente, quiera conocer quién y qué enseñó Mahoma.

Mahoma es un personaje relevante desde una perspectiva historiográfica independientemente de fenómenos contemporáneos como el terrorismo islámico, la revolución iraní o la “primavera árabe”.   Ciertamente, todos ellos pueden estar inspirados, en mayor o menor medida, por Mahoma y su enseñanza, pero éstas ya resultaban de notable importancia muchos siglos antes.  Sin duda, un fenómeno de más de mil millones de personas que creen en Mahoma como el sello de los profetas posee una enorme importancia por si mismo.  Sin duda, no es posible analizar con propiedad situaciones como la Hermandad musulmana o Hamás sin conocer la enseñanza de Mahoma.  Sin duda, no está de más intentar comprender lo que creen – y, sobre todo, sienten – las decenas de millones de musulmanes que se han asentado en los últimos años en el seno de la Unión Europea.  Sin embargo, la figura y la enseñanza de Mahoma disfrutan de una importancia que trasciende de esos hechos de la misma manera que Jesús es mucho más relevante que las Cruzadas, el arte gótico o el Vaticano II  y que Buda lo es más que el Dalai Lama, la dieta vegetariana seguida por algún actor de Hollywood que afirma encontrarse entre sus seguidores o alguna despistada película de Bertolucci. 

Esta serie seguirá una metodología propia de la ciencia histórica y no de la teología o de la filosofía.  Así, se procederá a analizar las fuentes para determinar lo que podemos saber de su vida y enseñanza; a someterlas a la crítica partiendo de los últimos estudios filológicos, arqueológicos e históricos sobre el tema – en su inmensa mayoría no traducidos al español y desconocidos por el público de habla hispana – y a articular unas conclusiones relativas al desarrollo vital del personaje y de su enseñanza.  Deducir en qué medida de esos desarrollos derivan fenómenos actuales es un proceso en el que ya no entra esta obra quedando al libre arbitrio del lector.  Precisamente por ello, si, gracias al resultado final, alguien consigue comprender de manera más cabal quién fue Mahoma y lo que enseñó, quien esto escribe se dará por más que satisfecho.

CONTINUARÁ

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