Si en las dos primeras jornadas del campus literario fueron españoles los que relataron su mirada de Indias, en la tercera, escogí a dos indígenas para expresar la suya: el Inca Garcilaso y Guamán Poma de Ayala. Aunque en los últimos años se ha querido enfrentarlos y los indigenistas insisten en el valor de Poma de Ayala negándoselo a Garcilaso, la realidad es que ambos constituyen fuentes históricas de primerísimo orden.
Vivir en el extranjero durante años proporcionar una perspectiva más amplia de las situaciones por las que atraviesa España. Que ir a unas terceras elecciones legislativas constituiría un desastre admite, sinceramente, poca discusión. Ya pasar por las segundas ha asestado a la imagen exterior de España un golpe de consideración así que no parece muy difícil imaginar cómo quedaría si se continuara en esa tesitura.
El tema del campus literario que se celebró en Lima era una cuestión tan importante e indispensable como examinar la manera en que se han contemplado las Indias históricamente. En España, para muchos sigue vigente la mentira monstruosa de la leyenda blanca. A América, habrían llegado los españoles guiados por el deseo de comunicar el Evangelio y se habrían manifestado justos y ecuánimes con los indígenas a diferencia de la gente que, procedente de Europa, se instaló en el norte del continente.
Desde que hace ya más de tres años me exilié de España la vida no ha sido fácil. No voy a reiterar lo que ya he relatado en otras ocasiones y tampoco me adentraré en cuestiones que no he contado. Simplemente, lo señalo. Lo hago además porque en ese trienio, pocas veces me he sentido tan plena y totalmente feliz como la semana pasada en el curso del II Campus literario: La mirada de Indias.
Estos días Fidel Castro ha cumplido noventa años y ya pueden ustedes imaginarse que la población cubana de la ciudad donde resido no está precisamente entusiasmada. De hecho, no para de preguntarse cómo no se muere. Que Castro lleva muchos años viviendo – independientemente de que sea o no dictador – admite poca discusión.
LOS PRIMEROS CRISTIANOS: LAS FUENTES ESCRITAS (XII): FUENTES CRISTIANAS (X): Fuentes patrísticas (II): Eusebio de Cesarea
Contaba yo en mi último post las impresiones que me estaba produciendo el ver la serie televisiva sobre El Caso. Recuerdo a la perfección el primer número de El Caso que leí. Mi abuela lo compraba – incluso entonces era muy popular la frase “vamos a acabar saliendo en El Caso” como señal de algo truculento – pero yo no me sentía muy atraído por aquellos relatos.
Aquí, en este exilio transatlántico, se agradece echarle el ojo a algo relacionado con España. No me refiero, como ya supondrán ustedes, a la política que me parece absolutamente agónica y sin solución ni tampoco a los programas de vísceras. Me interesan más otras cuestiones relacionadas, de una u otra manera, con la cultura.