Las últimas encuestas electorales – incluida la publicada hace unos días por este periódico – parecen apuntar a una realidad difícil de cuestionar, la de que resultará más que difícil obtener mayorías absolutas en las próximas elecciones municipales y autonómicas.
El viernes pasado, se presentó en Books and books de Coral Gables el libro "La herencia del cristianismo. Dos milenios de legado".
En la última entrega, tuvimos ocasión de ver cómo los amigos de Job fracasaban al tratar de imponer a éste sus puntos de vista. No podía ser de otra manera porque estaban dictados por un sectarismo nacido de la tradición, del misticismo y del dogma.
La entrada de los franceses en España en 1808 dejó de manifiesto hasta qué punto el Antiguo Régimen estaba difunto. Mientras Carlos IV y su hijo Fernando convertían a Napoleón en árbitro de sus destinos, la aristocracia daba la bienvenida a los ejércitos imperiales.
Entrevista con Pedro Tarquis sobre el racismo en Estados Unidos
La figura de Lincoln no ha dejado de crecer en el imaginario colectivo desde el día fatídico en que una bala disparada por John Wilkes Booth puso fin a su vida. Que así haya sido no deja de ser notable ya que sólo la división del partido demócrata le permitió llegar a la Casa Blanca y este simple acontecimiento constituyó, por añadidura, el pistoletazo de salida para que el Sur optara por la Secesión.
Los análisis posteriores a las elecciones andaluzas me recuerda al que tiene lugar después del anuncio del EGM. Pase lo que pase, todos los implicados lanzan un mensaje positivo.
En la última entrega examiné la manera en que el anuncio de la Sola gratia - tan incompatible con el sistema sacramental creado por la iglesia católico-romana durante la Edad Media – implicaba un anuncio de liberación espiritual de carácter extraordinario.