Como tuvimos ocasión de recalcar en las últimas entregas, el profeta no siempre ejerce su labor a lo largo de toda su vida – como fue el caso de Isaías, Jeremías o Daniel – sino que, en ocasiones, su actividad se ve limitada a momentos muy puntuales. Fue lo que sucedió, desde luego, con Hageo y también con su compañero en el post-exilio Zacarías.
Por eso de que uno dedica cierto tiempo al entretenimiento y, de vez en cuando, aparecen paquetes de DVDs interesantes, esta semana he estado viendo entera la pentalogía de Antoine Doinel que dirigió en su día Truffaut. La primera película – Los cuatrocientos golpes – fue señalada en su día como el inicio de la Nouvelle Vague (Nueva ola) del cine francés.
Carlos Alberto Montaner ha escrito hace unos días un excelente análisis en el que llegaba a la conclusión de que la Historia no absolverá a Fidel. Tomaba así la frase quizá más famosa del dictador cubano y desgranaba el legado real de Castro para señalar que la Historia no puede absolverlo.
Lo soñaron durante más de medio siglo y, tras docenas de anuncios fallidos, llegó, finalmente, el día. Fidel Castro había muerto y su propio hermano Raúl lo había anunciado por televisión. Lo que se produjo a continuación, tras unos instantes de pasmada incredulidad, fue un inmenso, electrizante y omnipresente estallido de júbilo popular como, con total seguridad, no ha conocido jamás la ciudad de Miami.
La figura de Idi Amin no resulta muy significativa para mucha de la gente actual especialmente si tiene menos de cincuenta años. Sin embargo, para algunos de nosotros constituyó una presencia constante de infancia y adolescencia.
Ayer fue el día de acción de gracias y, por primera vez en años, no pude contar con la compañía de mi hija. A decir verdad, ni con la de mi hija ni con la de nadie. La verdad es que no me preocupaba porque era yo el que tenía que dar las gracias y lo cierto es que le estoy muy agradecido a Dios por la manera en que me ha protegido a lo largo de este año de no pocas asechanzas.
odas las semanas participo en el programa El espejo que tan magniíficamente dirige Cao dedicado. Por regla general, analizamos la actualidad, pero la semana pasada Cao tuvo la gentileza de detenerse en mi último libro El legado de la Reforma.