Paso a paso, La Voz ha ido avanzando esta temporada y debo decir con absoluta sinceridad que estoy convencido de que el resultado han sido los mejores programas que he dirigido a lo largo de toda mi vida radiofónica. Nunca he utilizado los micrófonos con más libertad, con más independencia y con más agudeza. Creo que los oyentes lo han apreciado así y más en una época en que los medios de comunicación en España son más dependientes que nunca de instancias que no se caracterizan precisamente por su amor a la prensa libre.
Hace unos días, Alberto Garzón, una de las mitades de la dirección bifronte de Unidos Podemos, señaló que el comunismo está de moda.
Para muchos, los profetas son simplemente personajes que, en su nacionalismo, no ven más allá de los estrechos límites de su país y de su cultura. Su mensaje puede tener interés, sí, pero no más allá de lo local. Esta opinión se repite con cierta frecuencia, pero no pasa de ser un grosero error.
Hoy deseo hablarles de dos sitios extraordinarios y con pocos paralelos en el resto del globo. El primero es el cementerio de Recoleta. Hasta que lo conocí pensé que nada podía superar a otro cementerio, ese ubicado en Moscú, el de Novodevichy, donde reposa, entre otros, Chéjov.