La segunda enseñanza es que la muerte, resurrección y ascensión de Jesús el mesías tiene una trascendencia mucho mayor de la que muchos que se dicen cristianos comprenden. En muchos casos, su vida se extiende desde una supuesta conversión – o peor, un bautismo infantil – hasta que también supuestamente vayan al cielo. No captan en ningún momento toda la relevancia del Nuevo pacto ni cómo se aplica a sus vidas.
La tercera enseñanza es que Dios puede pedir cuentas en cualquier momento y sería sensato vivir vigilantes. Ciertamente, el templo – como reconocían judíos piadosos como Flavio Josefo – había perdido su valor espiritual a pesar de su majestuosidad y no quedaría de él piedra sobre piedra. Sin embargo, lo verdaderamente importante no era el merecido final del Templo y de su sistema religioso sino la llegada del mesías y la consumación de su obra.
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