Jesús veía el tema de otra manera. Si alguien pensaba que aquellos galileos eran más pecadores que otros que se habían salvado del hierro romano estaban equivocados. Al final, todos aquellos que no se conviertan, que no se vuelvan a Dios, que no se reconcilien con El… perecerán (13: 3). Jesús incluso utiliza la segunda persona: si no os convertís, os pasará algo peor.
Pero Jesús no estaba dispuesto a convertirse en presa fácil de clasificadores. Él no pensaba que Dios castigaba a los opuestos al poder romano por ser especialmente perversos. También – para aquellos que pudieran aplaudirlo o criticarlo – había gente que colaboraba con Roma sobre la que recaían desgracias. Por ejemplo, aquellos colaboracionistas que trabajaban en unas obras relacionadas con el gobierno romano – también conocemos el caso históricamente – y en el curso de las mismas les cayó la torre de Siloé y los mató. Éstos con estar situados en el otro extremo del arco político no estaban menos necesitados de arrepentimiento que los otros (13: 4). Y si ellos no se convertían, perecerían igual.
Las palabras de Jesús, una vez más, resultan provocadoras, incómodas y destinadas a causar una reacción y una reacción rápida. Ya y ahora. Si piensas que ser de izquierdas – o de derechas - te coloca en una situación de superioridad moral sobre las derechas – o las izquierdas – andas muy equivocado. Si consideras que ser conservador – o progresista – te sitúa en un nivel de altura moral por encima de los progresistas – o conservadores – no sabes de lo que hablas. Tus ideas pueden ser más acertadas – o menos – en terrenos como la economía, la fiscalidad o las instituciones, pero nada de eso, absolutamente nada, cambia la imperiosa realidad de que necesitas volverte a Dios, convertirte, reconciliarte con El. Si no lo haces – y es urgente que lo hagas – perecerás igual que tantos otros que han perecido a lo largo de la Historia. Porque a fin de cuentas, lo relevante en esta existencia – aunque tenga su relevancia - no es si eres partidario de la mano dura de Pilato o su enemigo, si estás entusiasmado con Donald Trump o lo consideras un ser odioso, si aborreces a George Soros o lo ves como un ser extraordinario que te puede ser una subvención, si crees que el papa Francisco es el vicario de Cristo o no tienes duda de que es el Anticristo. Sin duda, esas posiciones tienen relevancia y hay algunas que son acertadas y otras que resultan erróneas, y es mejor acertar que equivocarse, pero lo verdaderamente relevante es si en esta vida te vuelves a Dios o no. Toma una decisión ya porque si no lo haces, perecerás igualmente.
CONTINUARÁ