Castelar hubiera deseado asentar una república que contuviera la revolución y llevara a España hacia la modernidad, pero la guerra carlista y una nueva sublevación en Cuba impidieron semejante posibilidad. Su presidencia concluyó el 3 de enero de 1874 de manera inesperada. Cuando la mayoría del congreso estaba dispuesta a derribarlo y se sabía que algunos militares deseaban mantenerlo en el poder por ser persona de orden, Castelar afirmó que estaba dispuesto a morir quedándose con todos. Sin embargo, lo cierto es que cuando apareció el capitán general Pavía con la guardia civil en el edificio Castelar ni se quedó ni murió. Como todos los diputados, abandonó el hemiciclo – alguno se lanzó por las ventanas rompiéndose un tobillo – pero la República, a pesar de todo, continuó tras la caída de Castelar. El pronunciamiento de Pavía fue el primero en la Historia de España en que estuvo de acuerdo todo el ejército. No buscaba acabar con la república sino evitar que se desplomara a causa de la experiencia cantonalista.
De manera bien reveladora, Pavía se pronunció el 3 de enero de 1874, pero no se creó una junta militar ni tampoco el ejército sostuvo a Castelar en su cargo como se había pensado inicialmente. Por el contrario, el general Serrano se convirtió en el quinto presidente de lo que algunos autores han denominado “república unitaria”. Serrano logró, ciertamente, frenar a los carlistas, pero la primera república estaba ya dando sus últimas boqueadas. A decir verdad, durante aquellos meses, las diferentes fuerzas políticas ya se dedicaban a prepararse para el nuevo régimen, un régimen en cuya configuración tendría un papel esencial la iglesia católica.
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