La figura de Ernesto “Che” Guevara sigue cautivando a millones de personas especialmente jóvenes. Su imagen - ¿quién puede negarlo? – continua convertida en símbolo de algo difuso, pero atrayente vinculado con la lucha contra la opresión y el imperialismo. Quizá sea esa vaguedad y su muerte juvenil las que han ayudado a la persistencia del mito porque la realidad histórica es que el Che fue un personaje no poco siniestro si es que no abiertamente sanguinario. No puede, sin embargo, sorprender que en un mundo donde la izquierda se ha ido hundiendo en pantanos crecientes de necedad y de maridaje con los peores poderes, la idea de alguien dispuesto a jugarse la vida siga llamando la atención. Así lo vimos en uno de nuestros programas de Corría el año.