De una tacada, en una tarde tranquila, vi la versión cinematográfica de Ronald Colman y Douglas Fairbanks Jr y luego la de Stewart Granger y James Mason. Seguramente, muchos de ustedes conocen el argumento. El heredero a la corona de Ruritania es secuestrado por su pérfido hermano al que ayuda Rodolfo de Hentzau. La idea es que si el príncipe legítimo no está en la ceremonia de coronación, su hermano Miguel lo podrá sustituir apelando al estado de emergencia. Sin embargo, el golpe se ve en peligro cuando por aquellas tierras aparece un pariente lejano e inglés que aceptar hacerse pasar por el monarca secuestrado hasta que tenga lugar su liberación. A partir de ahí, los acontecimientos se van desarrollando en una más que entretenida trama de aventuras. La versión de Colman de 1937 y en blanco y negro es verdaderamente magistral. Colman era un inglés más que convincente aunque Fairbanks jr. no me agrade mucho como el villano Rodolfo. En cuanto a Madelein Carroll me parece una de las mujeres más bellas de las que han pasado por la pantalla y, desde luego, como princesa Flavia era inmejorable. La escena final con Colman es de lo más bello y triste que se ha proyectado jamás.
La versión de Stewart Granger (1952) fue en color y, sin duda, muchas de sus escenas son una copia literal de la película de los años treinta a la que debe mucho más que a la novela original de Anthony Hope. Deborah Kerr no podía tampoco competir con Carroll y sin embargo, sin embargo… para mi es una versión mejor fundamentalmente por dos razones. La primera es que Granger – uno de mis actores preferidos – le da un suave toque de humor al personaje rivalizando con Colman. La segunda es que James Mason es un villano muchísimo mejor que Fairbanks jr. Su frialdad, su maldad, su cinismo son de por si razones para ver la película. Que en una escena, cuando le espetan: “lo mató usted a traición”, responda: “naturalmente” dice mucho del personaje. Pero es que además Mason protagoniza el que, a mi juicio, es uno de los tres mejores duelos a espada de la Historia del cine. Su enfrentamiento con Granger al final de la película es espectacular y aunque lo he visto en muchas ocasiones no pude dejar de emocionarme al contemplar de nuevo cómo se batían. Por cierto, Granger protagonizó otro de esos tres duelos antológicos en Scaramouche. Ahí, su enfrentamiento espada en mano con Mel Ferrer es, quizá, la mejor secuencia de esgrima de la Historia.
Por si lo anterior fuera poco, El prisionero de Zenda cuenta con una serie de valores que, cuando éramos niños, nos parecían naturales. Los hombres son caballerosos y nobles – si resultan unos villanos por lo menos son inteligentes y no como ZP – las mujeres son hermosas, abnegadas, femeninas y rebosantes de dignidad. Qué quieren que les diga, a lo mejor, no eran así, pero, en cualquier caso, nos enseñaban a serlo. Ahora con lo que aparece en el cine no sorprende que aparezcan monstruos, estafadores y feministas por las calles, las trochas y las veredas. Al paso que vamos tendremos que exiliarnos a Zenda.