Que un fiscal sureño Jim Garrison pretendiera investigar el tema frente a la versión oficial de la Comisión Warren – una versión tan falsa como la del 11-M – fue un claro ejemplo de esa gallardía noble que poseen algunos seres humanos que se juegan el todo por el todo siquiera porque desean conservar unas libertades o porque pretenden que sus hijos no vivan una dictadura encubierta.
Personalmente, no tengo la menor duda de que JFK murió víctima de un golpe de estado aunque mi juicio sobre los conspiradores sea más matizado que el de Oliver Stone. Que el Deep State deseaba quitarse de en medio a un Kennedy que pensaba retirarse de Vietnam es verdad. No es menos cierto que había gente que temía que los Kennedy pervirtieran el sistema americano instaurando una dinastía en la que JFK tendría dos mandatos, Bob otros dos y, finalmente, Ted otros dos más. Al cabo de un cuarto de siglo, aquella familia habría acabado con la democracia americana y semejante conducta no se podía consentir. Al final, es posible que tanto los bienintencionados como los que perseguían intereses bastardos decidieran que Kennedy debía morir. Pero lo relevante ya no es el magnicidio en si sino el hecho de que todo pudiera taparse, encubrirse y perpetrarse sin que se descubriera nada o más bien ocultando todo al pueblo. Lo sobrecogedor es que se sentara un precedente que pudiera volver a desempolvarse cada vez que se considerara oportuno. A Trump, ciertamente, no lo han asesinado – al menos, no todavía – pero, desde una perspectiva mediática, poco les ha faltado. Y ahí es donde la película de Stone conserva una actualidad que casi corta la respiración. Oponerse a ciertas agendas puede costar – literalmente – la vida. Sí, primero, se dan otros pasos porque, en general, a la gente no le gusta chapotear en la sangre que es viscosa y mancha. Pero si esos caminos no conducen al lugar deseado, el tiro, la bomba, el accidente acaban siendo utilizados. Entonces se abre ese acto en el que está por ver si habrá una reacción del pueblo o, por el contrario, los malvados se saldrán con la suya. Ése es el tema que permanece flotando en el ambiente cuando concluye la película, una película que merece la pena volver a ver.