Hace años, comencé a buscar una serie titulada Tango que había seguido entretenido durante mi juventud y cuyo último episodio nunca llegué a ver porque me pilló de viaje transatlántico. Como me pasó con otras series - ¿por qué siempre coincidía su episodio final con mis viajes? – no logré que mis padres me relataran la conclusión. Por regla general, a mi pregunta “¿Y en qué acabó?” respondían con un “En nada, en nada” que además de imposible no me aclaraba el desenlace.
Este fin de semana, pude ver Tango y la conclusión a décadas de instancia. Sancho Gracia sobreactúa haciendo de si mismo, es decir de uruguayo chuleta con ascendencia española, pero la serie se deja ver. Todo comienza porque en Uruguay, el gobierno decide perseguir a este hijo de españoles emigrados a Uruguay y, mira tu qué casualidad, la Agencia tributaria le congela las cuentas y las propiedades. Pensaba yo que esto sólo pasaba en el Tercer mundo más profundo, pero “mirá vos” también pasaba en Uruguay. Regresado a la tierra en la que nació con un amigo que toca el bandoneón y otro que es boxeador, el hispano-uruguayo intentará abrirse camino en un Madrid que desconoce, pero que se va apoderando de él. El reparto no tiene desperdicio. Fiorella Faltoyano está muy bien – como siempre – Antonio Ferrandis interpreta un convincente tío del protagonista e incluso aparece un jovencísimo Javier Bardem que como tiene que interpretar a un joven borderline y con cara de bruto lo hace a la perfección. Vamos como si se interpretara a si mismo.
El final de Tango hoy sería imposible y lo mismo cabría decir de buena parte de sus lances y quizá ahí esté lo mejor. Recordar que hubo una época en que se podía entretener una hora viendo una serie sin que le lanzaran mensajes feministas, gays, izquierdistas o nacionalistas es confirmar que el mundo pudo no ser mejor, pero no estaba tan desquiciado como actualmente. Les dejo el enlace de la serie por si desean entretenerse un rato. Que la disfruten. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!