La primera fuente importante de este tipo que nos ha llegado es el Kitab al-maghazi (Libro de las guerras) de Waqidi[13] (muerto en 822). El texto de al-Waqidi tiene una limitación muy importante y es que sólo se dedica a las campañas militares de Mahoma. Algo posterior son la Sirat un-Nabi (Vida del profeta) de Ibn Hisham (muerto en 833) [14] y el Kitab ul-Tabaqat ul-Kabir de Ibn Sad (muerto en 844) [15]. Con todo, alguna de las biografías citada no pasa de ser una refundición de materiales previos. Es el caso, por ejemplo, Ibn Hisham (m. 833) que se limitó única y exclusivamente a utilizar la obra de uno de sus antecesores, Ibn Ishaq (m. 767). A decir verdad, editó la parte de la obra de Ibn Ishaq que estaba dedicada a la vida de Mahoma y que le había sido transmitida por uno de sus maestros. A pesar de todo, Ibn Hisham también tuvo la honradez intelectual de señalar que había omitido materiales. Semejante conducta ha quedado confirmada por la aparición de alguno de esos materiales.
La biografía de Ibn Ishaq no fue la única producida en su época. De hecho, contamos, por ejemplo, con una más breve debida a Mamar ibn Rashid (m. 770) y que nos ha llegado de la misma manera que la de Ibn Ishaq. Con todo, no es exagerado afirmar que “la Sira de Ibn Ishaq es prácticamente nuestra única fuente para la vida de Mahoma preservada dentro de la tradición islámica” [16].
Las mencionadas biografías, a pesar del cuidado con que se redactaron y de que se debían a materiales procedentes de personajes que creían en Mahoma como profeta, no están exentas de contradicciones. Por ejemplo, Ibn Ishaq señala que Abdallah, el padre de Mahoma, falleció cuando el niño todavía no había nacido. Mamar ibn Rashid coincide con este dato, pero otros dos biógrafos del mismo siglo citados en una recopilación del s. IX sitúan la muerte de Abdallah cuando Mahoma tenía veintiocho o siete meses de edad. A finales del s. VIII, Waqidi podía incluso permitirse dar una serie de datos sobre la muerte de Abdallah y hasta el lugar de su sepultura[17]. A la luz de esos datos, para el historiador lo que resulta probable es que Mahoma fue huérfano de padre y que se vio reducido a esa situación a una edad muy temprana, pero ir más allá, en el estado actual de las fuentes, resulta sencillamente imposible y, desde luego, hay que llegar a la conclusión de que Waqidi no aportaba nuevos datos sino, seguramente, un esfuerzo de imaginación para llenar huecos[18].
Por añadidura, como han dejado de manifiesto diversos estudios, la cronología de la Sira está determinada por razones teológicas[19] y resulta endeble[20]. Dado que la distancia entre las obras y los hechos narrados es de dos siglos prácticamente, la base de lo relatado se halla sobre todo en el Corán y en la tradición recogida en los jadiz. Los jadiz – como veremos – descansan sobre todo en colecciones de las que las más relevantes son la de Bujari (muerto en 870) y la de Muslim (muerto en 874). En otras palabras, la relevancia de las fuentes biográficas deriva directamente de un texto que ya vimos que no nos proporciona muchos datos claros e indiscutibles y unas tradiciones a las que nos referiremos en las próximas entregas.
CONTINUARÁ
[12] En el mismo sentido, M. Cook, Muhammad…, pp. 61 ss.
[13] Algunas porciones de su libro pueden ser consultadas en J. Wellhausen, Muhammed in Medina, Berlín, 1882.
[14] Existe una traducción al alemán en Weil, Das Leben Mohammeds, 2 vols, Stuttgart, 1864.
[15] Existe una edición realizada por Edward Sachau con la ayuda de otros especialistas, publicada en nueve volúmenes, Leyden, 1904-1921.
[16] P. Crone, Slaves…, p. 4.
[17] M. Cook, Muhammad…, pp. 63 ss.
[18] En un sentido similar, M. Cook, Muhammad…, p. 64.
[19] E. Mittwoch, “Muhammeds Geburt und Todestag” en Islamica, 1926, señaló cómo Moisés habría nacido y muerto en el mismo día.
[20] Véase especialmente J. Wansbrough, Quranic Studies…, pp. 38 ss; M. Cook y P. Crone, Hagarism…, p. 157, n. 39.