Las imágenes son bien gráficas y ajustadas. Por mucha importancia que se de, el malvado carece de ella. Al fin y a la postre, su peso en la dicha y el bien es como el de la paja – mucho aparato y mínima sustancia – y gracias si no se te ha metido en el ojo y te ha dejado tuerto. Pero además el salmista constata algo verdaderamente relevante: el malvado no durará. Lenin, Hitler, Stalin entre otros son ejemplo de la veracidad de esa afirmación. Al final, desaparecerán y lo harán por completo, sin dejar rastro ni huella. Se podrá argumentar – y con razón – que, en cualquier caso, mientras duraron hicieron bastante daño. Es verdad, pero ¿en qué medida su permanencia no se debió a los que callaron, a los que miraron hacia otro lado, a los que cerraron los ojos, a los amedrentados? Quizá los que son como el tamo cegador y la paja insustancial aparecen – y aniquilan a sus semejantes – porque, entre otras cosas, brillaron por su ausencia los que se aferraban día y noche a la Ley de Dios y daban fruto a su tiempo. Total para que alguien se ahogue nunca mejor colaboración que el que no haya nadie para ayudarle a salir del agua.