Durante ese tiempo, Lutero tradujo el Nuevo Testamento del griego al alemán lo que fue no sólo una magnífica tarea filológica sino el inicio de la moderna lengua alemana. Al igual que en Inglaterra o en otras naciones nórdicas, la lengua moderna comenzaría con una traducción de la Biblia. Además de este monumento cultural, Lutero se dedicó a escribir canciones. Entre ellas, una de las piezas más religiosas de mayor difusión de la Historia, la titulada Castillo fuerte. Basada parcialmente en un salmo, en ella expresaba el reformador cómo el verdadero castillo frente a las fuerzas del mal es el Señor. En apariencia, los poderes más vigorosos parece que pueden acabar imponiéndose, pero, al fin y a la postre, antes o después, la Palabra de Dios prevalecerá.
Dada su calidad artística, no sorprende que Juan Sebastian Bach la volviera a utilizar para una de sus cantatas ni tampoco que reaparezca en la Sinfonía de la Reforma del judío Felix Mendelsohn o en la ópera Los hugonotes. Sin embargo, lo más importante era que expresaba una verdad: la de la protección divina que es brindada a quien se acoge humildemente a ella.
A diferencia de otras visiones espirituales que convierten a los hombres en objeto de culto chocando con el mandamiento divino que ordena otorgar culto sólo a Dios (Lucas 4: 8), la Biblia señala que el único grande es Dios y que los hombres, a lo sumo, podemos acogernos a esa grandeza para que nos proteja. Nadie como los protestantes y los judíos – pueblos del Libro ambos – lo ha comprendido tanto. Por eso yo mismo puedo decir que no soy luterano y manifestar mi visión más que crítica de Lutero de la misma manera que un judío puede hacerlo con el Gaón de Vilna. Esa conducta carece de paralelo en otras visiones espirituales. Pero es que, tanto en un caso como en otro, creemos que la fuerza reside en Dios y no en el emperador o el papa. Es el Dios grande en manera que no admite paralelo el que nos pone a cubierto en los momentos más difíciles de la vida y, de esa manera, nos permite hablar con valor frente a enemigos mucho más poderosos y numerosos que nosotros. Es el que, a diferencia de cualquier instancia humana, no falla ni abandona ni defrauda.
Las versiones de Castillo fuerte son numerosísimas. He escogido, en primer lugar, una de Plácido Domingo con los Niños cantores de Viena. Como suelo decir en ocasiones, la cerrazón que se ha dado y se da en España, afortunadamente, no siempre ha tenido paralelos en otros lugares y la música es buena independientemente de quien fuera el compositor. Gracias a eso, tenemos esta grabación.
La segunda versión es clásica y utiliza el órgano. Finalmente, la tercera, en español, está interpretada por Javier Beroiza. La letra varía algo de la que yo he entonado en ocasiones, pero mantiene mucha de la fuerza del original. Disfruten todas. God bless ya!!! ¡¡Que Dios los bendiga!!!
Aquí va la versión de Plácido Domingo.
Una versión clásica con órgano incluido.
Una versión en español entonada por Javier Beroiza