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Jueves, 21 de Noviembre de 2024

Castillo fuerte es nuestro Dios

Sábado, 1 de Noviembre de 2014
Esta semana se celebra el Día de la Reforma en todo el mundo. Incluso sucede – aunque los medios no se hagan eco de ello – en las naciones católicas situadas a uno y otro lado del Atlántico. Por eso, yo he decidido dejarles un regalo doble este sábado.

​Les incluyo el texto escrito de mi editorial de ayer y también uno de los muchos himnos escritos por Martín Lutero. Lo compuso en una época en que tanto el papa como el emperador – los dos hombres más poderosos de la época – lo perseguían para arrojarlo a la hoguera. A ello estaba dispuesto el teólogo si era el precio que tenía que pagar por ser fiel a la Biblia, pero también confiaba en que si Dios decidía preservar su vida ni el papa ni el emperador podrían impedirlo. Fue por eso por lo que, inspirándose en el salmo 46, escribió este Castillo fuerte es nuestro Dios, una declaración decidida de fe en el poder del Altísimo para proteger a los que confían en Él. Hasta donde yo sé no hay otro himno religioso que haya sido más utilizado en composiciones clásicas. Lo reprodujeron personajes como Bach, Mendelssohn, Wagner o Meyerbeer en algunas de sus piezas más extraordinarias. Pero independientemente de la calidad de la música, sin duda, su mensaje resulta más que apropiado en estos tiempos de ansiedad e inquietud que atravesamos. Les dejo con tres versiones: una en inglés de la Roger Wagner Chorale, otra en inglés subtitulada en español en versión de Tommy Walker y otra en español cantada por Adolfo Seleme. Que las disfruten. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!

 

Muy buenos días, muy buenas tardes, muy buenas noches y muy bienvenidos a esta nueva singladura de La Voz. Soy César Vidal, hoy es viernes 31 de octubre de 2014, y me dirijo a los hispano-parlantes de ambos hemisferios, a los situados a uno y otro lado del Atlántico. Como siempre, desde el exilio.

Corría el año 1513, cuando el príncipe Alberto de Brandeburgo, de tan sólo veintitrés años de edad, se convirtió en arzobispo de Magdeburgo y administrador de la diócesis de Halberstadt. Al año siguiente, obtuvo el arzobispado de Maguncia y el primado de Alemania. Es más que dudoso que Alberto contara con la capacidad suficiente como para atender de la manera debida a esas obligaciones pastorales y, por si fuera poco, la acumulación de obispados era de dudosa legalidad. Sin embargo, en aquella época, los cargos episcopales además de las lógicas obligaciones pastorales, llevaban anejos unos beneficios políticos y económicos extraordinarios hasta tal punto que buen número de ellos eran cubiertos por miembros de la nobleza que contaban así con bienes y poder más que suficientes para competir con otros títulos. El arzobispado de Maguncia era uno de los puestos más ambicionados no sólo por las rentas inherentes al mismo sino también porque permitía participar en la elección del emperador de Alemania, un privilegio limitado a un número muy reducido de personas, y susceptible de convertir a su detentador en receptor de abundantes sobornos. Al acceder a esta sede, Alberto de Brandeburgo ya acumulaba, sin embargo, una extraordinaria cantidad de beneficios y por ello se le hacía necesaria una dispensa papal, dispensa que el papa estaba dispuesto a conceder a cambio del abono de una cantidad de dinero proporcional al favor concedido. En este caso exigió de Alberto la suma de 24.000 ducados, una cifra fabulosa imposible de entregar al contado. Como una manera de ayudarle a cubrirla, el papa ofreció a Alberto la concesión del permiso para la predicación de las indulgencias en sus territorios. De esta acción todavía iban a lucrarse más personas. Por un lado, por supuesto, Alberto lograría pagar al papa la dispensa para ocupar su codiciado arzobispado, pero además la banca de los Függer recibiría dinero a cambio de adelantar parte de los futuros ingresos de la venta de las indulgencias, el emperador Maximiliano obtendría parte de los derechos y, sobre todo, el papa se embolsaría el cincuenta por cien de la recaudación que pensaba destinar a concluir la construcción de la basílica de san Pedro en Roma. El negocio era notable e indiscutible y la solución arbitrada satisfacía, sin duda, a todas las partes. Sin embargo, esta vez el inmenso sistema de corrupción eclesial que comerciaba con la creencia de las gentes en el sentido de que podían pagar para sacar a sus familiares del purgatorio y para acortar sus días futuros en ese lugar al que no se refiere en ningún momento la Biblia iba a chocar contra un serio obstáculo. El 31 de octubre de 1537, un monje y teólogo llamado Martín Lutero clavó 95 tesis sobre las indulgencias en la puerta de la iglesia de Wittenberg. Ni él ni nadie lo esperaba, pero aquel acto implicó que otros movimientos de reforma de la iglesia occidental que se habían iniciado hacía más de un siglo recibieran un enorme impulso hasta cristalizar en uno de los acontecimientos más relevantes y decisivos de la Historia universal: la Reforma.

Hoy es el día mundial de la Reforma. Sin ánimo de ser exhaustivos, los hechos son los siguientes:

1. A diferencia de lo sucedido con otros reformadores anteriores como Jan Huss, el papa no consiguió que Lutero fuera arrojado a las llamas sino que el reformador logró salvar la vida de tal manera que en muy breve tiempo la idea de la Reforma prendió no sólo en Alemania sino también en otras partes de Europa como España, Italia, Francia, Suiza, Países Bajos, Dinamarca, Suecia, Noruega, Finlandia, Polonia, Hungría o Chequia.

2. De algunos de estos lugares, como fue el caso de España o Italia, la Reforma fue desarraigada a sangre y fuego procediéndose al exterminio total de los reformados, pero en aquellas naciones donde, paso a paso, fue arraigando implicó diferencias radicales en relación con las naciones que siguieron sometidas a Roma.

3. La Reforma implicó el regreso a la cultura bíblica del trabajo proporcionando a naciones pequeñas y pobres la posibilidad de pasar por delante de potencias como España que todavía a finales del siglo XVIII consideraba legalmente infame el trabajo manual.

4. La Reforma implicó el descubrimiento de una cultura financiera que estaba en la Biblia y que frente a una iglesia católica que había prohibido el préstamo con interés descargando esa responsabilidad en los judíos, pudo crear la verdadera banca moderna más allá de los balbuceos que había conocido en algunas ciudades italianas y flamencas.

5. La Reforma implicó el establecimiento de una fe del libro que obligaba a saber leer y escribir y que dio lugar ya a inicios del siglo XVI a las primeras leyes de educación gratuita y obligatoria, leyes que en la Europa católica no se darían hasta el siglo XIX, por impulso de los liberales y con la oposición frontal de la iglesia católica.

6. La Reforma implicó el regreso a la visión bíblica de la observación de la Naturaleza hasta el punto de que provocó la revolución científica, como han señalado especialistas, como Thomas Kuhn o Whitehead. Todavía en el siglo XVIII, naciones como España no habían adoptado el método científico en sus centros docentes.

 

7. La Reforma implicó el regreso a la visión bíblica de la supremacía de la ley sobre las instituciones lo que era lógico porque había apuntado a que ni siquiera el papa podía colocarse por encima de lo establecido por la Biblia. Esa visión daría lugar a un parlamentarismo ahogado en otras naciones y, finalmente, al surgimiento de la democracia moderna, un fenómeno al que las naciones católicas se sumarían muy tardíamente y con enormes presiones en contra de la Santa Sede que duraron hasta el siglo XX.

8. La Reforma implicó el establecimiento de separación de poderes ya que, lejos de ser optimista antropológicamente, creía que el ser humano tiende al mal y, por lo tanto, hay que evitar que todo el poder se concentrara en unas manos.

9. La Reforma implicó, en fin, el abandono de la idea que tan pésimas consecuencias ha tenido en las naciones católicas de que la mentira y el hurto son meros pecados veniales.

10. Pero, por encima de todo, la Reforma fue un movimiento espiritual que liberó a los que buscaban la verdad de la servidumbre corrupta y codiciosa a la que se habían visto sometidos durante siglos por las jerarquías eclesiales. El ser humano recuperó el sencillo mensaje de las Escrituras que anuncia que Dios ama a la Humanidad y que puede y quiere comunicarse con ella sin necesidad de intermediarios que dicen hablar en Su nombre, pero que, por encima de todo, se preocupan de llenar sus arcas y mantener su poder a cualquier precio.

Se cuenta que cuando el emperador Carlos V preguntó a Erasmo de Rotterdam lo que pensaba de las afirmaciones de Lutero, Erasmo respondió: “majestad, Lutero tiene razón, pero ha cometido dos graves errores: ha arremetido contra la tiara de los obispos y contra la panza de los frailes”. Las palabras de Erasmo constituían toda una declaración de principios. Aquellos que tenían el poder, un poder que se colocaba por encima de los propios estados, y aquellos que se aprovechaban económicamente de él se opondrían de manera feroz a la Reforma. De entre las muchas lecciones de la Reforma, quizá sean estas dos las más actuales para una sociedad como la hispana situada a ambos lados del Atlántico.

 

La primera es que los que se benefician de la corrupción, del saqueo, de la explotación de la mayoría de los ciudadanos se opondrán frontalmente a cualquier intento de cambio de una situación que no puede serles más favorable. Las castas privilegiadas procedentes de los partidos, de los sindicatos, del mundo financiero y de la iglesia católica no sólo no moverán un dedo para cambiar la sociedad sino que harán todo lo posible por aumentar sus privilegios injustos.

La segunda es que una sociedad que vive de espaldas a principios universales contenidos en la Biblia no podrá avanzar de manera sólida jamás. Durante un tiempo, podrá vivir en la ilusión de que progresa e incluso ver como el edificio se va levantado poco a poco, pero, al carecer de cimientos sólidos, el menor soplido derribará la casa como, por desgracia, ha sucedido tantas veces en las sociedades hispanas situadas a ambos lados del Atlántico.

Como hace casi medio milenio, la esperanza de futuro se encuentra en abandonar a aquellas instancias - papa y emperador, ayer, castas privilegiadas, hoy - que insisten en tener todas las soluciones, pero que sólo son parte del problema y en volverse de manera directa, clara y confiada al Dios del que hablan las Escrituras, el Dios que se hizo siervo para morir por seres perdidos a los que, sin embargo, amaba.

Muy buenos días, muy buenas tardes, muy buenas noches. Les ha hablado César Vidal desde el exilio. ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!

 

Y aquí está Castillo fuerte… por la Roger Wagner Chorale

 

Aquí en versión subtitulada con Tommy Walker

 

Y aquí en español cantado por Adolfo Seleme

 

 

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