Se trataba de la oración de un alcohólico que se dirigía a Dios y le confesaba humildemente que ya no podía descender más. Llegado a ese punto, suplicaba a Dios que igual que Su Hijo tiempo atrás había convertido el agua en vino ahora convirtiera el vino en agua.
La canción me conmovió y me puse a averiguar que había detrás de ella. Fue así como descubrí que era conocida como “la canción del borracho” y que describía la experiencia personal del autor, T. Graham Brown. Durante mucho tiempo, con seguridad demasiado, el autor había intentado superar la adicción al alcohol. Había sido inútil. Y, precisamente cuando yo no podía caer más, se dirigió a Dios. Lo hizo como aquel que nada merece y a nada tiene derecho. No le ofreció a Dios algo a cambio – como es propio del paganismo en el que se da para que Dios de – ni pretendió hacer valer supuestos méritos. No. Como el hijo pródigo cuya historia cuenta el evangelista Lucas (c. 15), se acercó a Dios suplicando y sin nada que pudiera dar o adquirir. Por supuesto, Dios lo escuchó.
Sin duda, es así como Dios espera que nos dirijamos a El. Aquellos que pretenden que podrán comprar, merecer, adquirir no han entendido absolutamente nada porque Dios da y da por puro amor y por pura gracia.
No conozco la vida de muchos de los que se acercan a este muro, pero sí sé que si se encuentran en una situación como ésta, si creen que nada pueden hacer para salir del foso en que se hallan, si piensan que no queda esperanza… ahora es cuando están en el mejor momento para suplicar a Dios que se compadezca de ellos.
Les dejo con T. Graham Brown y su bella canción. No hay versión española, pero el día menos pensado lo mismo me animo a escribirla. Disfrútenla. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!
Aquí esta T. Graham Brown y su oración del borracho.