Mientras Pablo era detenido en Jerusalén, ¿qué había sucedido mientras tanto con sus compañeros? Cabe pensar que debieron apresurarse a abandonar Jerusalén. Especialmente Trófimo se hallaba en una situación delicada por cuanto se le acusaba de haber entrado en el recinto prohibido del Templo (Hch 21, 29). Por lo que se refiere a Lucas, es posible que acompañara a Pablo en su camino a Cesarea y allí se quedara con él, al igual que lo hizo quizá Aristarco de Tesalónica. Desde luego la fuente lucana señala que ambos acompañarían a Pablo en el viaje de Cesarea a Italia (Hch 27, 2). Las fuentes no nos informan de la reacción de la comunidad judeo-cristiana de Jerusalén en relación con la detención de Pablo, sin embargo, parece evidente que no pudieron - si es que lo desearon, lo cual es dudoso - distanciarse de él.
Al poco de llegar a Jerusalén, Pablo podía sentirse más que confirmado de que todo lo que Dios le había comunicado se había cumplido al pie de la letra. Por un lado, los anuncios proféticos repetidos en el sentido de que sería prendido se había realizado de manera especialmente dramática, pero, con seguridad, para él resultaba mucho más importante la visión que había tenido tras su detención. Aunque pareciera lo contrario, se encaminaba a su sueño incumplido de llegar hasta Roma, la ciudad desde la que se encaminaría a España. Sin embargo, se pensara lo que se pensara de la acción de Dios en su vida, lo cierto es que en esos momentos de manera acentuadamente literal la vida de Pablo dependía de las fuerzas romanas de orden público. Su respuesta ante la amenaza que se cernía sobre el apóstol fue inmediata y no podía ser de otra manera. ¿Cómo iba a consentir que un ciudadano romano fuera asesinado por un grupo de fanáticos religiosos?:
22 Entonces el tribuno despidió al mancebo, ordenándole que no dijese a nadie que le había advertido de esto. 23 Y, tras convocar a dos centuriones, les ordenó que prepararan para la hora tercia de la noche a doscientos soldados, que fuesen hasta Cesarea, y setenta jinetes y doscientos lanceros; 24 y que prepararan monturas para Pablo, a fin de llevarlo a salvo a Félix el gobernador. 25 Y escribió una carta en estos términos: 26 Claudio Lisias al excelentísimo gobernador Félix: Salud. 27 A este hombre, detenido por los judíos, y al que iban a matar, lo libré yo acudiendo con la tropa, al enterarme de que era romano.28 Y queriendo saber la causa por la qué le acusaban, le llevé al sanhedrín: 29 Y descubrí que le acusaban de cuestiones de su ley, y que no había cometido ningún crimen digno de muerte o de prisión. 30 pero al informárseme de las asechanzas que habían tramado contra él los judíos, inmediatamente le he enviado a ti, conminando también a los acusadores que traten delante de ti lo que tienen en su contra. Pásalo bien.
(Hechos 23, 22-30)
CONTINUARÁ