La segunda alegría del día relacionada con la fidelidad de Dios la tuve apenas unos minutos antes de que comenzara el programa. Llegó el cartero con sus cartas y paquetes y entre ellos me dejó uno muy especial. Era una caja que contenía los ejemplares de autor de mi último libro, un libro publicado en español, pero en los Estados Unidos. Su título es La herencia del cristianismo. Dos milenios de legado y puede encontrarse ya en http://www.amazon.com
http://www.amazon.com/herencia-del-cristianismo-milenios-legado/dp/1576588041/ref=sr_1_1?ie=UTF8&qid=1423513930&sr=8-1&keywords=La+herencia+del+cristianismo
Este libro resulta especialmente importante para mi por su valor simbólico. Hace ya años que se desató en mi contra una serie de maniobras para que no pudiera volver a publicar un solo libro más en España. Como señaló una importantísima editora: “César Vidal es mucho mejor escritor de lo que él se cree, pero tiene que aprender la lección”. Algo he contado al respecto y no voy a repetirlo ahora. Con todo, yo siempre confié en que nada de lo que mis enemigos pudieran hacer sería más poderoso que lo que Dios tiene preparado para mi. Si, efectivamente, mi carrera literaria se acababa por Su voluntad, estaba bien, pero si El deseaba que la continuara nadie podría impedirlo. Antecedentes hay de sobra. El libro del Génesis relata que a José lo vendieron sus hermanos con la intención de que desapareciera de la casa familiar. Actuaron por envidia, pero Dios tenía sus planes y José acabó salvando la vida de sus hermanos. Es sólo un ejemplo de la fidelidad de Dios y de Su poder por encima de los planes humanos. Disto yo mucho de compararme con José y, desde luego, no aspiro a ser primer ministro de nadie, pero sí puedo constatar que verme obligado al exilio no ha apagado mi voz. Por el contrario, le ha dado una mayor proyección a este lado del Atlántico y una independencia mayor si cabe frente a las tristes realidades que vive España. Publique o no en España, en Estados Unidos acaba de salir mi último libro.
Dios es fiel. Lo he visto mil y una veces a lo largo de los años en situaciones extraordinariamente difíciles porque, por ejemplo, yo jamás he cobrado una indemnización por despido, un subsidio de desempleo o cosa parecida. Por eso, no tenía duda alguna de que el programa de este lunes saldría bien. Por eso, no tuve duda de que todo lo que pudiera perder marchándome de España, me lo compensaría Dios en otra parte del mundo. Por eso, confío en El cada instante de mi vida. Nunca me ha fallado y de ello sólo puedo dar testimonio. Como dejó escrito el profeta Habacuc: “Aunque la visión tarde un tiempo, se apresura hacia su consumación y no mentirá. Aunque tarde, espérala porque, sin duda, vendrá y no tardará. Aquel cuya alma no es recta se llena de orgullo, pero el justo vivirá por su fe” (2: 3-4). Amén. ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!